lunes, 16 de octubre de 2023

Aventura: Capítulo 63

 –¿Más reuniones? Pensaba que sólo trabajabas en los viñedos.


–Y trabajo en los viñedos, pero no es lo único que hago.


–¿Qué más cosas haces? ¿Por qué tienes que viajar a lugares como París, Madrid y Nueva York?


–Participo en conferencias internacionales de todo tipo. Por ejemplo, hoy tengo una reunión sobre un programa de la FAO en el que he estado trabajando. La FAO es la Organización para la Agricultura y la Alimentación de la ONU. Me temo que el mundo necesita más comida que vino –respondió.


–Bueno, también necesita tus vinos…


–Sí, supongo que sí. Belleza y vinos. Es lo que Italia da al mundo –comentó él–. Pero dime, ¿Te apetece salir a cenar conmigo esta noche?


–Por supuesto que sí. Pero cenemos aquí, en mi casa.  Podría cocinar algo.


–No, no quiero que te molestes. Además, no sé a qué hora terminaré de trabajar. Te enviaré el coche a las siete de la tarde.


–No es necesario que me lleves a restaurantes todo el tiempo – protestó.


–No te voy a llevar a ningún restaurante. Te llevaré a mi casa.


Pedro se inclinó sobre ella, le dió un beso de despedida y se marchó.




El conductor que llamó a la puerta a las siete en punto de la tarde era el mismo hombre que la había llevado a Roma cuando estuvo en Isola del Alfonso. Sin embargo, el coche era distinto. En lugar de la limusina de Bella, se encontró en un sedán gris de ventanillas sin ahumar que, tras sortear un rato el tráfico de Roma, giró por una calle estrecha y se detuvo ante unas puertas impresionantes. El chófer le abrió la portezuela, llamó al timbre y esperó allí hasta que una mujer de mediana edad abrió la puerta.


–¿Signora Chaves? –preguntó la mujer–. Benvenuta.


–Grazie.


Cuando Paula entró en el magnífico vestíbulo, se quedó perpleja. El palazzo de Pedro era verdaderamente un palacio.


–Soy Francesca, el ama de llaves del conde. El señor está… Fare il bagno.


–¿Quiere decir que se está duchando?


–Sí, exactamente, se está duchando –dijo con una sonrisa–. Un momento. ¿Vuole qualcosa de bere?


–No, gracias.


Francesca asintió y la llevó a una sala, donde la invitó a sentarse. Sin embargo, ella se quedó de pie porque estaba más interesada en el mosaico de apariencia romana que vió en una de las paredes, protegido tras un cristal. 

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