miércoles, 4 de octubre de 2023

Aventura: Capítulo 41

 –Tendrás que echarme una mano con eso. ¿Cuánto tiempo tengo?


–No hay ninguna prisa –respondió–. Podemos empezar mañana.  Si tu invitación sigue en pie, por supuesto.


Ella se dijo que era su última oportunidad con Pedro. Y no la desaprovechó.


–¿A qué hora llegarás?


–Pronto, porque tenemos que hacer muchas cosas. ¿Te parece bien que te pase a recoger a las siete de la tarde?


–Me parece perfecto.


–Entonces, buonanotte, Paula.


Ella tardó un momento en entender que buonanotte significaba, simplemente, buenas noches. Y se despidió de la misma manera.


–Buonanotte, Pedro.


Cuando él cortó la comunicación, Paula pensó que tendría que hablar con su amiga Pilar. Necesitaba que le recomendara un buen profesor de italiano.



Pedro dejó el teléfono en la mesa y sonrió. Su título de opereta. Sorprendentemente, Paula Chaves había dicho que su título nobiliario era un título de opereta. Desde luego, no era una forma muy habitual de seducir a un hombre; pero coincidía con lo que él mismo había estado pensando antes de que Bella reparara en la tarjeta del despacho y se la diera. Su título de conde sólo servía para impresionar a los compradores de vino que se acercaban a Isola del Alfonso. Y sólo si estaban dispuestos a pagar el precio adecuado.  Sin embargo, tampoco podía negar que le tenía cierto cariño. Estaba ligado a su familia, a sus tierras, a muchos siglos de Historia. Pero eso era bastante menos relevante que el hecho de que Paula había despertado su libido. Pensaba en ella día y noche. Y cuando le había preguntado si estaba lejos de allí, se emocionó tanto que la llamó carissima. Carissima. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que dedicó ese apelativo a alguien. Lo había dicho sin pensar, de forma inconsciente, sin la menor intención de comportarse como el amante perfecto. Sin coquetear. Paula era bastante más que una mujer deseable. Además, conocía a mujeres deseables todos los días. Aquella misma noche había estado con una mujer, la compradora suiza, con quien en otra época se habría acostado sin dudarlo. Paula le hacía reír. Reírse de sí mismo y reírse de ella. Llegaba a una parte muy profunda de su ser. Hasta el punto de que, si no se andaba con cuidado, terminaría por gustarle de verdad. Y ésa era una complicación que no había previsto. Pero aún tenía que descubrir el misterio del interés de Paula por Lucía. Porque sabía que le estaba ocultando algo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario