miércoles, 18 de octubre de 2023

Aventura: Capítulo 66

 –¿Quieres ir? –preguntó él.


–¿A la vendimia? Pensaba que ahora se hacía con máquinas…


–No, la vendimia se hace a mano, como en los tiempos de los césares. Aunque ya no pisamos la uva, por supuesto.


–Será un honor, Pedro.


Pedro pensó que había elegido la expresión perfecta para la ocasión. Participar en un acontecimiento tan bello y antiguo como la vendimia era, sin duda alguna, un honor. Un honor parecido al que él sentía cuando pensaba en Paula, cuando hablaba con ella y cuando estaba a su lado. Era consciente de que, cuando ella regresara a Inglaterra, se llevaría parte de su corazón.


–Es tarde, pero no soporto la idea de que te marches –dijo unos segundos después–. ¿Quieres quedarte conmigo esta noche? ¿Estar aquí cuando despierte y ser lo último que vea cuando me marche a Nueva York?



Italiano para principiantes.


"Este fin de semana he estado en un palacio romano, en calidad de invitada. Y digo bien, un palacio; no un edificio de pisos o departamentos, sino un palacio que se construyó sobre una villa de la Roma clásica. Tiene cuatro plantas, dos docenas de habitaciones, un patio con una fuente y un conde. Y por si eso fuera poco, he mejorado bastante mi italiano. Ya no soy una principiante".




Pedro se estiró mientras la luz del sol se filtraba entre los travesaños de la contraventa. Abrió los ojos y vió a Paula, que estaba acurrucada contra él, con una mano encima de su estómago, como si la hubiera puesto allí para que no pudiera escapar. Pero no tenía ninguna intención de escapar. Estaba loco por ella desde que la besó por primera vez. Y aunque había intentado convencerse de que sólo era un juego, un divertimento pasajero, no lo consiguió. Paula no era Giuliana. Paula era especial. Le acarició la mejilla y susurró:


–Me estoy enamorando de tí, Paula. Voglio estare con te per sempre.


Paula abrió los ojos en ese instante y sonrió.


–¿Voglio estare con te per sempre? –preguntó–. ¿Qué significa?


–No deberías escuchar lo que dice un hombre cuando está hablando solo –protestó Pedro.


–¿Tan terrible es lo que has dicho? –declaró sin dejar de reír.


–No, en absoluto. Significa que quiero estar contigo para siempre.


–Hum… Ya me lo había imaginado. Pero tengo una idea. Podría acompañarte al aeropuerto. Así estaríamos juntos más tiempo.


Pedro la abrazó con fuerza y dijo:


–No, quiero recordarte como estás. Desnuda. En mi cama. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario