viernes, 27 de octubre de 2023

Irresistible: Capítulo 13

 —Al menos llegaremos pronto a la oficina. Es importante que mantengamos las cosas de Eduardo en perfecto estado.


—Tu dedicación a mi abuelo —Pedro hizo una pausa—, y a correcto funcionamiento de Montbank S.A. es... Digno de alabanza.


Mientras ella valoraba el tono de duda en lo que tenía que haber sido un simple cumplido, Pedro marcó un número en su móvil. Poco después había acordado el traslado de su abuelo al hospital privado de Acebrook. Estaba claro que él era un hombre de acción. «No tengo que fijarme en lo atractiva que puede resultar esa cualidad. Hace un momento, me parecía controlador y molesto.  Además, no siempre usa su capacidad para hacer el bien a los demás». De repente, sus pensamientos se dieron cuenta de lo que acababa de preguntarle él.


—¿Estás sugiriendo que mi relación con tu abuelo es algo más que honesta y respetuosa por las dos partes? —las mejillas se le encendieron de indignación.


—¿Lo es? —él se encogió de hombros—. Pareces ser demasiado protectora con él, y no puedo sino preguntarme de dónde procede un grado tan alto de compromiso.


—Tal vez debas pensar que procede de los conceptos de amabilidad y respeto mutuo —le soltó ella, y peleó con la vieja caja de cambios de Gertrude para meter la primera marcha, pero sin éxito.


Aquel hombre le hacía desear besarlo y un momento después, hacía que le hirviera la sangre. «No debes conducir si estás enfadada». Las palabras de Isabella le vinieron de repente a la mente. Paula dejó el coche en punto muerto, irritada por haber estado tan cerca de hacer una irresponsabilidad sólo por lo mucho que la había molestado aquel hombre. Una mano firme se cerró sobre la suya, que descansaba en la palanca de cambios.


—Veo que me he equivocado por completo —su voz grave pareció llenar el espacio—. Lo siento.


El calor de su mano era muy reconfortante, y su rabia se aplacó, pero no del todo.


—Aprecio mucho a mi jefe; si eso es un delito, soy culpable.


—Me alegro... De que estés a su lado —él le dió un apretón en los nudillos y después la soltó.


¿Por qué no había estado Pedro con Eduardo? «Pero está ahora». «Eso no es, ni de lejos, bastante».


—No me gustaría que le hicieras creer que la empresa ha escapado de su control...


Lo que quería era que él se lo prometiera, pero en su lugar, pareció una súplica. Lo cierto era que Eduardo le importaba mucho. Lo había pasado mal últimamente, y con el ataque... Ella lo único que quería era que se pusiera bien. El aroma del aftershave de Pedro le llegó sutilmente en ese momento.


—Respetaré su dignidad todo lo que pueda.


—Otro olor cítrico —murmuró para sí misma. Al menos ése no tentaría sus sentidos—. Tenemos que irnos. El coche está caliente.


« ¡Y yo estoy más caliente todavía!» Apretó la boca mientras conducía a Gertrude entre el tráfico y se dirigía al carril lento, donde no sufriría tanta presión de los otros conductores.


—Es sólo que a Eduardo no le gusta pensar que se está haciendo viejo —ni a ella le gustaba el tono defensivo de su voz—. Y no hay motivos para pensar que no vaya a poder volver al trabajo. Fue un ataque leve.


—No tan leve, si tenemos en cuenta su edad y sus otros achaques: El corazón, la tensión arterial.

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