viernes, 20 de octubre de 2023

Aventura: Capítulo 71

 –Tengo entendido que eres profesora.


–Sí.


–Pedro me ha comentado que se conocieron en Isola del Alfonso. No sabía que nuestro pequeño pueblo se estuviera volviendo famoso entre los turistas.


–Paula no fue al pueblo para hacer turismo –explicó Pedro–. Resulta que su bisabuelo estuvo allí durante la guerra. Una mujer de la zona le salvó la vida y le ocultó de los fascistas.


–¡Qué romántico! ¿Has averiguado algo de ella?


Paula ya iba a responder a la pregunta cuando se quedó sin habla. En la oscuridad anterior del palco, no se había dado cuenta de que Isabella del Alfonso era la viva imagen de Lucía. Tenía el mismo cabello oscuro, los mismos ojos y la misma sonrisa de la fotografía de Alberto.


–Debería hablar con Nonna, Pedro –continuó Bella–. Lleva toda la vida en el pueblo y estoy segura de que sabrá algo.


Bella se giró hacia su esposo y le tradujo al italiano lo que estaban diciendo, porque Leandro no sabía inglés. Mientras hablaban, Pedro notó la palidez de Paula y preguntó:


–¿Te encuentras bien?


–Sí, sí… Es que aquí hace un poco de calor –mintió–. Tal vez debería tomar un poco de agua.


Pedro tomó la botella de agua que estaba en la mesita del palco, junto con otras bebidas, y le sirvió un vaso.


–¿Quieres que nos marchemos?


–¿Antes de que Tosca convenza al terrible jefe de policía para que perdone a su amante? De ninguna manera.


Pedro no dijo nada; se limitó a sacar un pañuelo del bolsillo, un pañuelo con sus siglas bordadas, y se lo dió. Pero Paula no derramó una sola lágrima durante el resto de la representación. El drama era tan terrible que estaba más allá de las lágrimas. Además, todavía estaba asombrada por el descubrimiento que había hecho. El parecido de Bella con la Lucía de la foto sólo podía significar una cosa: Que Lucía era Nonna, Rosario Lucía Leone. Y aunque ardía en deseos de decírselo a Pedro, se lo calló. Tenía que hablar antes con ella. Tenía que hablar y prometerle que su secreto estaba a salvo, que nunca se lo contaría a nadie. 


Aquella noche durmieron en el piso de Paula; Pedro supuso que Bella y Leandro dormirían en el palazzo y no quería tener compañía. Y fue una noche de las que no se olvidan. Una noche interminable, de amor, que sólo interrumpieron para prepararse una cena rápida, consistente en unos huevos revueltos y unas tostadas, antes de volver a la cama. 

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