lunes, 30 de octubre de 2023

Irresistible: Capítulo 17

Aquél era su territorio, con sus campanillas en el techo, sus plantas y arte experimental en las paredes. Se sentía como en casa, y tenía el control. Sustituyó las plantas ya muertas por las nuevas. Desde aquel momento, ya no tenía elección. Tenía que pensar en el trabajo y sólo en el trabajo mientras Pedro Alfonso siguiera allí. Dadas las confusas emociones que él le provocaba, era la única esperanza de mantener la cordura que le quedaba.


—Supongo que las importaciones al Reino Unido primero, ¿Verdad?


—Desde luego —respondió él.


Ella ignoró su tono condescendiente y le lanzó una lista de asuntos problemáticos. Él captaba las nuevas ideas con rapidez. Tenía una mente clara y actitud decidida, y conocía el negocio.


—También está todo esto —Paula le señaló una pila de archivos.


Trabajaron sin descanso hasta que llegó la hora de la comida. Aparte de la pequeña distracción que le supuso a ella el descubrir que Pedro tenía una pequeña marca de nacimiento en la frente, y el deseo de acariciársela con el dedo, logró mantenerse bastante calmada. A media tarde habían conseguido librarse del grueso del trabajo más urgente. Él se recostó en la silla y movió la cabeza de un lado a otro para relajar los músculos.


—Ahora que hemos pasado lo peor, me gustaría tener una reunión con los responsables de todos los departamentos. Tengo que comunicarles lo del ataque de Eduardo y saber el estado de cada una de sus áreas de trabajo.


—Esperemos que alguno de ellos... —él giró la cabeza para observar por la ventana el paisaje neblinoso de la ciudad—. ¿Mencionaste algún problema con la empresa de estibadores?


—Normalmente funcionan muy bien, así que no sé cuál puede ser el problema, pero sí, hace un rato me llegó un mensaje —ella recogió sus tazas sucias y fue a llevarlas a la cocinita que había un poco más allá de sus despachos.


En lugar de permanecer en su mesa, Pedro se levantó y la siguió. Inmediatamente, su atracción por él volvió a dispararse. «Así que pudiste vivir engañada un rato...»


—Llamaré a la empresa en cuanto haya organizado la reunión que me has pedido.


—No es necesario —dijo él, tras ella—. Hablaré con los estibadores yo mismo mientras tú te ocupas de la reunión.


Ella pensó en protestar, pero se dio cuenta de que no serviría de nada. Si quería ocuparse él mismo del asunto, le dejaría hacerlo.


—Como quieras.


—Perfecto entonces —Y de pronto le preguntó—. ¿Cuántos años tienes? ¿Veinticuatro?

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