lunes, 23 de octubre de 2023

Irresistible: Capítulo 4

 —Ni siquiera estabas aquí. ¿Qué es ella para tí?


Él miró a Paula y después a Teresa.


—Eso no es asunto tuyo.


—No lo veías así en el pasado.


—Qué imaginación tienes —él le examinó el rostro sin ninguna pasión.


A Paula le dió la impresión de que Teresa iba a decir algo más, pero cerró la boca y apretó los labios.


—Esto no es el final. Veré a mi marido con mil abogados si lo deseo —ella se giró y se alejó con su acompañante.


Paula buscó un tono profesional para contrarrestar lo que aquel hombre le había hecho sentir, pues aún se negaba a admitir las reacciones que él le había provocado.


—Eres Pedro Alfonso, el nieto de Eduardo —era lo único que tenían sentido, pues Teresa no se hubiera amilanado ante nadie más.


Él inclinó la cabeza.


—Supongo que tenías ventaja sobre mí.


A pesar de lo que Paula había pensado de Pedro Alfonso en los últimos años, a pesar de lo que le había hecho sentir hacía pocos minutos, tenía que estar informado de la situación.


—Teresa intentaba conseguir un poder notarial, o hacer que declaren a Eduardo incapacitado, no sé cuál de las dos exactamente, pero dudo que desista de sus intentos si es eso lo que quiere. 


La codicia de aquella mujer era legendaria.


—Descubrí por accidente que Eduardo le había asignado una paga mensual hace un año, pero su comportamiento no ha cambiado mucho. Excepto para aumentar su amargura. No quiero ni pensar lo que puede pasar si ella se hace con el control de la empresa, o con el de los fondos de inversión de Eduardo.


—No le será permitido acceder a Eduardo o a su dinero de nuevo —dijo él con absoluta convicción.


Paula pudo ver entonces el parecido de aquel hombre con Eduardo. Pedro tenía su misma estatura, sus hombros anchos y el sello de los Montbank aparecía en sus perfectos rasgos que le daban un atractivo tremendo. «Pero para mí no tiene atractivo ninguno, porque yo sé quién es en realidad». ¿Pero a quién intentaba convencer aparte de a sí misma? Ese hombre había abandonado a su abuelo, y eso le había provocado a Eduardo una gran tristeza. ¿Por qué había vuelto? La causa tenía que ser un momentáneo sentimiento de culpa, y la deducción reafirmó a Paula en su decisión de que le desagradaba.


—¿Por qué has actuado como si tuviéramos una relación?


—¿No te has dado cuenta de que estabas a punto de ganarte una denuncia por agresión? —torció los labios—. Aunque fuera una agresión con palillos asesinos... ¿Qué es lo que ibas a hacer? ¿Sacarle un ojo?

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