viernes, 13 de octubre de 2023

Aventura: Capítulo 58

 –No, no pudiste llegar en mejor momento –afirmó, antes de inclinarse para darle un beso en la cabeza–. Y por cierto, si yo te paso un brazo por encima de los hombros, tú deberías pasármelo alrededor de la cintura.


–Pedro…


–Calla…


–Pero…


–No quiero hablar más.


Pasearon por parques y calles estrechas y se detuvieron en una cafetería, donde se sentaron a la barra y pidieron dos cafés. Estaban alargando la cita porque ninguno quería que la noche terminara. Pero debía terminar. Y no iba a terminar en la cama. Pedro había dicho que el amor era un viaje lleno de descubrimientos. Un viaje en el que los dos habían sufrido accidentes graves, hasta el punto de que ahora necesitaban tomárselo con calma y aprender un poco más del otro y de sí mismos. Al final, Pedro la acompañó al edificio donde vivía y la dejó en la puerta de su piso, en la cuarta planta.


–Gracias por la velada, Paula; ha sido maravillosa. Te llamaré.


–Grazie, Pedro. Buonanotte. Dolci sogni.


Pedro sonrió y Paula se preguntó si dolci sogni no sería la forma adecuada de desear dulces sueños.


–Dolci sogni, Paula.


A continuación, él dió media vuelta y se alejó escaleras abajo. Paula entró en el piso y cerró, aunque ardía en deseos de volver a salir, asomarse a la barandilla del descansillo y mirar a Pedro hasta el último segundo, hasta que la puerta del portal se cerrara tras él.  Sin embargo, se quedó donde estaba y se llevó una mano al corazón. Había tenido muchos novios. Había estado enamorada de Tomás. Pero Pedro era el primer hombre que no tenía prisa por hacer el amor con ella.



Pedro bajó los cuatro pisos en tiempo récord. Después, salió a la calle y se apoyó en la pared del edificio. Las piernas le temblaban. Había olvidado la sensación de desear desesperadamente a una mujer, y estaba tan alterado que tuvo que respirar hondo varias veces. Pero los dos habían perdido algo importante, algo que el sexo no podía remplazar. Empezó a caminar y siguió caminando hasta llegar a una plaza. Entró en un bar y pidió un expresso y un licor de grappa. Se preguntó qué estaría haciendo Paula y se la imaginó con un camisón blanco, junto al balcón del piso, cepillándose el cabello mientras respiraba el aroma de la mata de tomillo que le había regalado. Después, la imaginó tumbada en la cama, con su cabello cayendo sobre el almohadón. Y se bebió el licor de un solo trago. 

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