lunes, 30 de octubre de 2023

Irresistible: Capítulo 19

 —No pasa nada —lo tranquilizó ella, con cierto tono retador—. Yo también te encuentro repulsivo.


—Supongo que lo tenía merecido. Me temo que cuando estoy contigo, te deseo tanto que afecta a mi capacidad de comunicación —se interrumpió, le observó el rostro, y pareció llegar a una conclusión—. ¿Hay algo en mí o en sentirte atraída por mí que te asusta? ¿El qué? —aunque él utilizó un tono de voz tan suave como la seda, a ella le resultó tan hiriente como el papel de lija, por lo cercanas que estaban sus palabras de la realidad.


—No me das miedo. ¿Por qué ibas a hacerlo? Sólo estás aquí para ocupar el puesto de Eduardo hasta que él mejore —Paula intentó dar fuerza a su tono—. Puedo asegurarte...


—Hay algo que te tiene decidida a mantenerme alejado —se pasó una mano por el pelo, revolviéndoselo—. Si no es miedo, ¿Qué es entonces? Sentimos atracción el uno por el otro. Tú no quieres una relación seria conmigo, ni yo tampoco, pero podríamos disfrutar del momento. ¿Qué tendría eso de malo?


—No soy de las que tiene relaciones esporádicas con extraños —sus palabras le habían dolido, pero tenía que habérselo imaginado. Era justo lo que se podía esperar de un hombre que había abandonado a su abuelo sin dudarlo un segundo.


Él volvió a mirarla de arriba abajo, valorando lo que veía, y habló sin dar crédito a las palabras de ella.


—¿O es que quieres mantener alejados a todos los hombres?


—Sólo porque no he tenido ninguna relación seria... —sería capaz de comprometerse si las circunstancias eran propicias—. Para tu información, aún no he conocido al hombre apropiado. Cuando lo haga, lo sabré, y entonces no dudaré en ponerme a sus pies.


—Bien, bien —él levantó las cejas.


Ella deseó borrarle ese gesto de «Sé lo que está pasando por tu cabecita» de un plumazo. Aquel hombre estaba sacando a la luz sus secretos más ocultos y examinándolos con lupa. No tenía derecho a hacerlo, ni a esperar que cayera en sus brazos durante los días o semanas que fuera a pasar allí


—No me das miedo, Pedro. Simplemente, no me gustas —le dijo, roja de rabia—. Abandonaste a tu abuelo durante seis años y no volviste a su lado hasta que no se puso enfermo. ¿Qué esperas que diga? No me interesa el tipo de relación que acabas de proponerme, que me parece insultante.


Cuanto más hablaba, más dolor y rabia sentía Paula.


—No quiero ninguna relación contigo más allá de la necesaria para el correcto funcionamiento de las cosas en la oficina. Para ser justa, estoy segura de que no soy el tipo de mujer que buscas. Lo mejor será que olvidemos todo esto. Ahora, si me disculpas... Tengo que ir a organizar la reunión.

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