lunes, 2 de octubre de 2023

Aventura: Capítulo 37

 –Y nada. Hablamos un rato –contestó–. Por cierto, ¿Quién es Paula?


–¿Paula?


Él se quedó asombrado. No le había dicho nada sobre la profesora inglesa. Y no entendió cómo lo había sabido hasta que su prima se alejó de la puerta, se inclinó sobre la mesa y recogió una postal que empezó a leer:


–«No soy tan buena cocinera como Graziella, pero si está dispuesto a correr el peligro, ¿Permitiría que le devolviera su hospitalidad una noche de éstas?». Lo firma una tal Paula y está escrita en inglés.


–¿Cuándo ha llegado eso?


–No lo sé. Sólo es una postal, sin sobre ni sello. Supongo que lo entregarían en mano en algún momento.


–Pero, ¿Cómo es posible? Paula no conoce esta dirección.


A Pedro sólo se le ocurrió una posibilidad: Que le hubiera dado la nota a su chófer cuando la llevó a Roma. Pero no tardaría en averiguarlo.


–Como conoce a Graziella, debo suponer que es alguna conocida tuya de Isola del Alfonso –declaró su prima–. Pero pensándolo bien… No, debe de ser una turista. Quién, sino una turista, enviaría una nota en una postal de la sino una turista, enviaría una nota en una postal de la Plaza de España. Y además, escrita en inglés.


–Porque es inglesa. Da clases en un colegio de Roma. Nos conocimos en Isola del Alfonso la semana pasada. Comimos juntos.


–Pues habrá sido una de tus conquistas más rápidas, porque saliste de Roma a las once de la mañana. Debo admitir que me has parecido más lento cuando esa compradora suiza ha dejado bien claro que estaba interesada en algo más que tus vinos. Quién iba a imaginar que tenía competencia…


–No es lo que parece –protestó.


–¿Seguro que no? –ironizó, abanicándose con la postal–. Pero dime, ¿Es una de esas inglesas rubias y frías?


–Ni es fría ni es rubia.


–¿Morena entonces? ¿Pelirroja?


–Tiene el pelo castaño.


–¿Y sus ojos?


–Basta, Bella…


–Ah, mira, añadió un post scríptum. Dice… «Has entrado en la lista de preseleccionados». ¿Qué significa?


Pedro sonrió y le arrebató la postal.


–Tenía una vacante para el puesto de amante italiano – respondió con humor–. Por lo visto, me ha aceptado.


Bella rompió a reir. 

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