lunes, 2 de octubre de 2023

Aventura: Capítulo 40

 –No. Pero al igual que tú, detesto ser objeto de especulaciones.


–¿Cómo?


–Me he dado cuenta de que las revistas del corazón también te tienen en su punto de mira. Y me temo que el fin de semana que nos conocimos, los periodistas que siguieron el coche de Bella me sacaron unas cuantas fotos. Pero no es que me queje… Supongo que toda mujer tiene derecho a ser objetivo de los paparazzi –ironizó.


–Yo no me preocuparía mucho por eso. Las revistas del corazón que has visto son antiguas. La prensa ya no se interesa por mí. Estoy fuera de su juego.


Ella no dijo nada. Nadie que tuviera un título nobiliario y fuera primo de Isabella Alfonso podía escapar al interés de los periodistas.


–Lo siento, Paula. Lo siento sinceramente –continuó él–. No se me ocurrió pensar que no lo sabías.


–¿Que no se te ocurrió? Pero si llevo poco más de un mes en Roma, Pedro. No había estado antes en Italia y ni siquiera entiendo bien tu idioma. Y aunque lo entendiera, jamás me dedicaría a leer un tipo de publicaciones que me parecen…


Paula dejó la frase sin terminar. Acababa de caer en la cuenta de algo importante.


–¡Espera un momento! ¡Diste por sentado que yo lo sabía porque pensaste que era una paparazzi! ¡Lo creíste todo el tiempo!


–Sí, es verdad.


Pedro empezó entonces a pedirle disculpas en tantos idiomas que, al final, ella le rogó que lo olvidara y añadió:


–No sigas, por favor. Lo entiendo perfectamente. Entiendo que me tomaras por una paparazzi.


–No, no lo entiendes.


Ella estuvo a punto de protestar, pero supo que él tenía razón. No lo entendía.


–Entonces, ¿Por qué no me lo cuentas?


–En otro momento. Ahora mismo, lo único que quiero hacer es besarte. Y preferiblemente, sin tus diamantes y tus perlas.


Paula se estremeció y sintió un calor intenso. Incluso se preguntó qué sería capaz de hacer Pedro si la volvía loca de deseo con una simple conversación.


–¿Estás muy lejos? –preguntó ella.


–¿Lejos? Oh, carissima…


Paula fuera la primera sorprendida por lo que le había preguntado. No podía creer que estuviera coqueteando con él de un modo tan evidente. Pedro le gustaba demasiado. Lo último que necesitaba en ese momento era mezclar una relación sexual apasionada con un peligro emocional en toda regla. Cuando Alberto le recomendó un amante, se refería a algo superficial, a una simple diversión. Un instante después, oyó un bocinazo procedente de la calle y salió de su ensimismamiento.


–Bueno, quizás sea mejor que lo dejemos para otro día –declaró con todo su aplomo de profesora–. No en vano, dicen que el sentimiento de anticipación es una parte fundamental del placer.


–No creo que esa frase sirva para este caso; yo diría, más bien, que éste es un caso de gratificación retrasada. Pero es tarde, cara… Además, ¿No tenías que escribir una carta al alcalde de mi pueblo? 


Paula sonrió al recordar el asunto de la estatua. 

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