lunes, 23 de octubre de 2023

Irresistible: Capítulo 5

 —Cielos —Paula deseó tener una silla a mano para poder sentarse—. No puedo creer...


—Bueno —su expresión ya no era divertida—. Has estado sometida a mucho estrés, y en realidad dudo que le hubieras hecho daño alguno.


El estrés podía explicar lo de la amenaza con los palillos, pero no el que ella se hubiera quedado quieta sin hacer nada mientras Pedro Alfonso la besaba. Para él había sido sólo una actuación, desde luego, y un modo de evitar que ella se metiera en un lío con el abogado de Teresa. La sorpresa había sido tan grande para ella que no había sido capaz de reaccionar, por eso no se había resistido. Rabia y resentimiento empezaban a aflorar en ella, y Paula recibió esos sentimientos con alivio. ¿Cómo se atrevía aquel hombre a entrar allí, después de tantos años de ausencia, y besar a la asistente de su abuelo?


—¿No podías haberla detenido de ningún otro modo?


—Tenía que actuar rápido y no sabía quién eras —Paula le había hecho una pregunta muy simple, pero Pedro no tenía una respuesta igualmente sencilla. 


Nada había sido simple desde que recibiera el mensaje comunicándole que su abuelo había sufrido un ataque. El desear a Paula suponía otra complicación más. No quería admitir que el tocarla no había sido sólo por dar más validez a su actuación.


—Me pareció la mejor manera de apartarte el brazo del armamento sin que el abogado se diese cuenta.


Fue un contacto leve, dos besos que no tenían que haber significado nada, pero a él le empezaba a quemar la garganta. En realidad, había empezado a sentirlo cuando la miró a los ojos y ella lo correspondió. No había parado desde entonces.


—Supongo que entonces tengo que darte las gracias, aunque le hayas dado a Teresa la impresión de que tenemos una relación y de que llevo artículos de valor incalculable en el pelo —Paula apretó los labios—. No se me ocurrió otra cosa nada más que lo de los palillos.


Él asintió con la cabeza y se preguntó si aquellos pensamientos colaterales suyos se extenderían al resto de aspectos de su vida, como su vida amorosa. Ardía de interés por ella, pero no sería muy sensato demostrarlo. A él no le iban bien las relaciones personales, al menos las que realmente le importaban. Le había pasado la primera vez con su madre y después con Eduardo. En la actualidad prefería estar solo y tener únicamente relaciones sin compromiso. Era lo más recomendable en su caso.


—Muy creativo por tu parte el asaltar el cajón de la cocina buscando adornos para el pelo.


—En ocasiones, la innovación es la única solución —ella jugueteó con la montura de sus gafas.


Él la recorrió con la mirada. Su pelo castaño y trenzado se recogía en lo alto de la cabeza, con los dos palillos sobresaliendo. Llevaba un traje gris bien ajustado a su delgada figura y resaltaba el brillo de sus ojos, que parecían enormes tras las gafas de pasta, y cambiaban de tonalidad mientras él la miraba. De repente se enfriaron. Ella debía haber respondido hacía ya unos minutos, pero estaba claro que no quería aceptar la atracción.

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