viernes, 20 de octubre de 2023

Aventura: Capítulo 76

 –Yo no quería enamorarme –estaba diciendo–. Seguía enamorada de Tomás, o al menos creía estarlo. Ahora comprendo que me engañé con él. Nunca lo amé. Quería casarme, quería un hogar y quería hijos. Y tuve que tropezar con una piedra para comprender la verdad.


Paula se detuvo un momento y siguió hablando.


–Si no hubiera ido a buscar a Lucía, no habría conocido a Pedro. Yo no tendría los recuerdos tan hermosos que tengo y Alberto no sabría que Lucía sigue con vida y que él tiene una hija y una nieta a las que no conoce. Por duro que haya sido para mí, jamás me arrepentiré de lo que hice… ¿Me están escuchando, abejas?


–No sé si las abejas te están escuchando, pero te has ganado toda mi atención.


Ella se giró, atónita.


–¿Cómo me has encontrado?


–Hablé con Pilar. Tu dirección estaba en los archivos del colegio.


–¿Y te la dió sin más? Podrían echarla por una cosa así.


–¿Crees que le habría importado? ¿Después de saber lo que había hecho? Además, he hablado con tu director. Te espera de vuelta en Roma el lunes que viene –explicó–. Por cierto, ¿Crees que tus abejas me escucharían a mí?


–No veo por qué no. Pero tendrás que hablar en inglés–respondió con una sonrisa.


Él se sentó junto a Paula y empezó a hablar.


–Yo tampoco quería enamorarme. Pero conocí a esta mujer y, aunque la noche parecía un día luminoso cuando la besaba, me convencí de que podría controlar la situación. Había sufrido un desengaño amoroso y creía que ya no podía sentir nada.


Justo entonces, una abeja se le posó en la manga.


–Te están escuchando –dijo Paula.


–¿Seguirán escuchando cuando les diga lo arrepentido que estoy?


–Me escucharán a mí. Y lo siento mucho, Pedro. Te traicioné y traicioné a Lucía.


–No, tú sólo pediste ayuda a tu amiga Pilar. No podías saber que Adrián, su novio, había sido periodista. Ni la propia Pilar lo sabía. Además, tienes razón… Si no hubieras ido a Isola del Alfonso, Alberto no sabría nada de su familia italiana y Alessia y Bella no sabrían nada de él.


Pedro dejó de hablar, la tomó de la mano y añadió:


–Nonna me ha pedido que venga para que los lleve a Alberto y a tí a Roma. Y a tus padres también, por supuesto, si nos quieren acompañar. Pero la única persona que a mí me importa eres tú, carissima. ¿Me perdonarás? ¿Vendrás conmigo? ¿Me confiarás tu vida si yo te confío la mía? Haz este viaje conmigo, por favor. Te prometo que pararemos en mil estaciones y mil puertos.


–¿Y en una isla desierta?


–También. Porque te amo.


La abeja que estaba en su manga, salió volando en cuanto abrazó a Paula.


–Te amo –continuó–. Quiero que tu cara sea lo primero que vea por las mañanas y lo último que vea por la noche. Quiero que tú y yo sigamos creando recuerdos, juntos, durante los próximos sesenta años.



Italiano para principiantes.


"Una boda italiana es algo asombroso. El pueblo entero se decora con flores; la plaza se llena de mesas y una orquesta toca en lo alto de una tarima. A diferencia de las bodas de Gran Bretaña, los invitados no llegan y se sientan tranquilamente. Van de un lado a otro, charlando y riendo. Y luego, cuando la novia llega a la iglesia, se acercan y la aplauden. Más tarde, se baila y se come una comida tan buena que no tengo palabras para describirla. Y la fuente de la plaza no da agua, sino vino de Alfonso. Pedro y yo nos casamos el mismo día que Nonna y Alberto. Nos casamos en una ceremonia doble. Pero como dicen que una imagen vale más que mil palabras, aquí tienen unas cuantas fotografías que los tendrán entretenidos durante el resto del curso escolar. En cuanto a mí, ésta es la despedida de mi blog. Ahora soy una condesa italiana, así que será mejor que aprendan las normas del protocolo antes de que vuelva a pasar por Maybridge. Hasta entonces, ¡Un milione di baci!"





FIN

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