miércoles, 25 de octubre de 2023

Irresistible: Capítulo 7

 —Claro que es temporal —respondió ella con tal pasión que él sintió las vibraciones.


Manteniendo la calma, levantó una ceja fingiendo una indiferencia que no sentía.


—Nadie puede asegurar eso en este momento.


—No comprendo cómo puedes decir esas cosas. Eduardo «Tiene» que ponerse mejor. Igual que antes. Me niego a contemplar cualquier otra opción —y con esas palabras, ella abrió la puerta de la habitación y entró.


Pedro la siguió. Su abuelo tenía un aspecto horrible, lleno de tubos y rodeado de monitores. Su cuerpo parecía indefenso bajo las sábanas del hospital, y Eduardo parecía haber envejecido diez años desde la última vez que lo vio, hacía seis. Aquel hombre enfermo y vulnerable no podría volver a dirigir la empresa. Pedro se dió cuenta de que tenía que haber supuesto algo cuando Eduardo le pidió que volviera. Nunca habría aceptado volver, pero tendría que haberlo convencido de que se jubilara.


—Abuelo —la palabra se atascó en su garganta. Pedro no la había usado desde que era niño y, cuando Eduardo lo recogió cuando su madre decidió marcharse.


Pedro alargó una mano para agarrar la de Eduardo y, sin levantar la vista, le dijo a Paula.


—Siéntate. Estás más abatida de lo crees.


—¿Cómo lo sabías? —dijo ella, dejándose caer en una silla.


¿Que cómo se había dado cuenta Pedro? Había intuido sus sentimientos; sentía una conexión con ella muy fuerte, aunque estuvieran uno a cada lado de la cama de Eduardo.


—Sorpresa... Has... venido. No... tenías... —la voz de su abuelo era ahogada, le costaba respirar y las palabras estaban llenas del dolor de años de separación.


Pedro cerró los ojos y trató de bloquear el dolor.


—Tenía que venir.


«Tenía que venir, pero no quiero empeorar las cosas, así que no pienses que me quedaré después de comprobar que estás bien, por favor».


Paula tomó la otra mano de Eduardo en la suya.


—Estás hablando. He estado tan preocupada. Me encargaré de todo en la oficina, no tienes de qué preocuparte.


—Yo lo haré —dijo Pedro, consciente de que ella no sería capaz de ocuparse de todo. Buscó la mirada de su abuelo—. Me aseguraré de que todo vaya bien.


—No... Es... Necesario —Eduardo se detuvo para tomar aliento.


—Puedes confiar en mí —Pedro apretó la mandíbula—. Yo me encargaré de todo.


¿Comprendería su abuelo que no quiso hacerle daño en el pasado? «Esto es lo único que puedo darte, abuelo, ayuda cuando la necesites. Es todo lo que tengo».


—Estoy segura de que Pedro puede quedarse unos días —el tono de Paula decía lo contrario, aunque su expresión era dulce— . Pero yo puedo ocuparme de todo. Lo importante es que no te estreses ni te preocupes. Tienes que concentrarte en relajarte y ponerte bueno.


—Estoy de acuerdo —Pedro mantuvo un tono de voz calmado—. Pero estoy más cualificado que tu asistente personal para tomar el control.


—Puedo... Controlar... Mi... Empresa—gruñó Eduardo—. Saldría... Hoy... Si... Quisiera.


A Paula le temblaron los labios y, al verlo, la frustración de Pedro desapareció.

No hay comentarios:

Publicar un comentario