miércoles, 25 de octubre de 2023

Irresistible: Capítulo 6

 —Ya has decidido que no te voy a caer bien, ¿Verdad?


—Es cierto. No me gustas —dejando a un lado la atracción, lo decía completamente en serio—. Sé también que no puedo confiar en tí con lo de Eduardo más que en Teresa, pero eres la única esperanza que tengo.


—No tienes más opción que confiar en mí —«Tú también me atraes, Paula Chaves, y me pregunto qué vas a hacer al respecto».


La respuesta de ella no le había llevado a ningún lado, sino todo lo contrario, pero estaba deseoso de seguir explorando, de poner a prueba esas reacciones que habían compartido. La curiosidad no hacía daño a nadie, así que probaría cómo estaba la situación, si le apetecía. Después de todo, era una elección personal, no una necesidad.


—Tu llamada fue lo que me trajo aquí. ¿Esperabas que no contestase a tu mensaje?


Su rostro le dijo que eso era justamente lo que pensaba, y lo cierto era que él era el único culpable por los años de ausencia. Lo que lo sorprendía, era que quería defenderse a sí mismo. ¿Qué podía decir? «Cuando la nueva esposa de mi abuelo apareció desnuda en mi cama, decidí que Australia no era lo suficientemente grande para los tres y me marché». Había tomado aquella decisión para que Eduardo no se enterara del comportamiento de Teresa, y desde luego no iba a contarle todo aquello a Paula.


—Tengo que ver a mi abuelo.


—Iré contigo —ella se mordió el labio antes de murmurar—. Gracias por detenerme antes... Pero eso no significa que no haré que lo lamentes si enfadas a Eduardo.


—¿Está consciente? ¿Lúcido? —su corazón latió con fuerza. 


En unos minutos estaría hablando con Eduardo. ¿Lo miraría su abuelo con los mismos ojos dolidos que le habían suplicado una explicación que él no había podido dar? Hacía seis años, Pedro había dejado claro que tenía que marcharse, pero no había dicho el porqué. Eduardo le había vendido la división de la empresa en el extranjero por nada, y Pedro había tratado de ser generoso, pero su abuelo se negó a aceptar dinero de la empresa que él había convertido en un negocio multimillonario. Después, hacía tres años, Eduardo le había pedido a Pedro que volviera, para compartir de nuevo la dirección de la empresa en Australia. Eduardo parecía casi desesperado. Pedro le había dicho a su abuelo que no quería dar pasos atrás.


—Dijiste que hablaba...


—Lo siento. No es cierto. Me lo inventé para mantener a Teresa alejada. Está desorientado —Paula apretó los labios—. Pero es temporal. Dentro de nada estará igual que antes, lanzando pistas de los más crípticas por la oficina.


—¿Pistas sobre qué? —entonces sacudió la cabeza. Aquello no era importante en ese momento. Lo único por lo que tenía que preocuparse era por la salud de Eduardo y por mantener la buena salud de la empresa. Pedro podía ocuparse de eso, si Eduardo confiaba en él—. Olvídalo. Mira, si el estado de mi abuelo no es temporal...

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