miércoles, 24 de junio de 2020

Volveremos a Encontrarnos: Capítulo 37

—Bah —dijo ella—. Es una historia muy larga y aburrida.

—No puedes sacarme más fotos mientras esté sudando. Me brillaría la nariz.

Ella se rió con cierta vacilación.

—Es una historia muy corriente. Lo pasé muy mal durante el matrimonio.

—¿Cómo? ¿Tú lo pasaste mal y él lo pasó bien?

Le espantaba la sensación que tenía. Que ella hubiera sido de otro. Estaba, por algún motivo que no podía explicar ni enorgullecerse de el, contento de que no hubiera funcionado.

—No duró mucho —dijo ella—. Un par de meses. Era un actor. Zorro Morales. ¿Has oído hablar de él?

—No. No voy al cine.

—No hizo ninguna película. Trabajaba en una serie de televisión.

—Bueno, tampoco he visto ninguna.

—Es maravilloso encontrar a alguien que no ha oído hablar de él.

—¿Por qué te casaste con un actor?

Él no estaba muy seguro, pero le parecía que Paula necesitaba un hombre de verdad. ¿Qué había de verdad en un hombre que se ganaba la vida fingiendo ser otra persona?

—Yo era joven y estúpida —dijo ella con un desenfado que a él le pareció increíble—. Era guapo y se deshizo en atenciones hacia mí. Me desconcertó.

—¿No podías confiar en un hombre que se deshacía en atenciones hacia tí? ¿Por qué?

—Pedro... Esa chica pecosa con los dientes torcidos y gafas que conociste sigue dentro de mí diciéndome que soy demasiado alta y fea y que nadie me querrá jamás.

Paula se ruborizó y se levantó tan precipitadamente que un gatito cayó al suelo con un maullido.

—¿Por qué he dicho eso? —dijo ella—. Detesto estar cerca de tí.

—¿De verdad? —él se levantó y dejó al gatito con más delicadeza—. ¿Por qué? ¿Tan insoportable soy?

—No es por eso. Tú haces que me sienta como esa niña otra vez. Digo muchas tonterías cuando estoy contigo. Que nadie me querrá jamás, es penoso. No quería decirlo.

—Él debería haberte querido, Paula. No sabía lo que tenía.

—Lo que tenía era una mujer de hielo. No fue culpa suya.

—¿Tú? ¿Una mujer de hielo?

Ella asintió con la cabeza llena de orgullo.

—Exactamente. Ya sabes la verdad de por qué mi matrimonio no funcionó. ¿Estás contento? Soy frígida. Un desastre absoluto en ese aspecto. Volvamos al trabajo, ¿De acuerdo? Antes de que suelte toda mi vida secreta.

Pedro notó que una furia lenta y abrasadora se apoderaba de él. Miró el pelo cobrizo y los ojos destellantes y recordó el delicado anhelo de los labios de ella. ¿Frígida...? Si Zorro Morales estuviera en el pajar en ese momento, podría haberlo matado con sus propias manos. Un actor que la había convencido de que ella era la responsable de su propia incompetencia.

—No eres frígida —dijo él.

—Gracias —dijo ella con un tono demasiado ligero y quebradizo—. Estoy segura de que eres un experto. Vamos a probar con la bufanda y la chaqueta vaquera. Seguro que...

—Paula —dijo él tomándola de los hombros y haciendo que lo mirara a la cara—. No eres frígida. ¿Me oyes?

Ella abrió los ojos de par en par. Se pasó nerviosamente la lengua por los labios. Lo miraba con desesperación, como si él pudiera echarle un salvavidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario