viernes, 19 de junio de 2020

Volveremos a Encontrarnos: Capítulo 26

—De acuerdo —dijo ella con tono profesional—. Me gustaría hacer la foto de Navidad la primera. Veo por la ventana que parece como si fuera a llover. La luz es mala y pueden caer gotas en el objetivo. Lo mejor sería hacer hoy las fotos de interior.

—Tengo que hacer un par de cosas y organizar a los muchachos. Me llevará una hora. Luego estaré a tu disposición.

Dió la sensación de que él se había dado cuenta de que podía malinterpretarse lo que había dicho, porque se dio la vuelta y tamborileó los dedos en la máquina de café.

—Perfecto —dijo Paula mientras se acordaba de las horas que había pasado mirando las fotos que había hecho de él y escuchando palabras como «estoy a tu disposición»—. Yo necesitaré una hora para preparar las fotos —el tono no era el de aquella adolescente—. ¿Te importaría no afeitarte ni peinarte?

Ella sabía que cualquier mujer que viera esa cola de gallo de pelea pensaría en pasarle los dedos para alisárselo. Pedro la miró con ojos incrédulos.

—¿Las mujeres sueñan con pasar la mañana de Navidad con un patán? No me extraña que me encuentre tan perdido con la mitad femenina de la humanidad.

—¿Te encuentras perdido con las mujeres?

—Bueno, ya sabes. No sé qué decir. Me aburro a los diez minutos de mirarlas a los ojos y tomarles la mano. Ya sabes.

Sabía que ella se sentía así, pero él... Al verlo recién levantado con las mejillas oscurecidas por la sombra de la barba y los pelos de punta, ella supo lo que él no sabía: que ninguna mujer lo miraría y vería a un patán. Parecía seductor, misterioso y un poco peligroso. Además, una mujer no se aburriría tampoco a los diez minutos de que él la tomara de la mano y la mirara a los ojos. Paula tenía que captar en película la mirada con la que la miraba en ese momento. Una mirada de soslayo medio tapada por las pestañas y una mueca en la boca. Tenía que captar en película la tensión sexual que había en el ambiente sin sucumbir a ella.

—Te sorprendería saber lo que les gusta a las mujeres —dijo Paula a la vez que intentaba que el tono no delatara cuánto les gustaba.

—Ya. Me temo que me esperan un montón de sorpresas.

Ella estaba segura de que lo sorprendería si iba hasta donde estaba él, le rodeaba el cuello con las manos y lo besaba apasionadamente. ¡Tenía que dejar de pensar en cosas así! Tenía un trabajo que hacer, se recordó severamente. Tenía que captar su esencia y su encanto sin sucumbir a ninguno de los dos. Tenía que demostrarse que Pedro era un capricho juvenil que había superado con la edad.

—Haremos las fotos de Navidad —dijo ella con la necesidad de tomar el mando—y luego puedo hacer otras fotos en el pajar o en los establos. Cepillando un caballo o recogiendo heno. Podrían pasar por escenas invernales ya que no hay nieve.

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