lunes, 31 de octubre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 76

 -Oh, Paula, hace años que no amo a Soledad. Lo cierto es que ahora que me he enamorado de tí, no estoy seguro de que lo que sintiera por ella fuese un verdadero amor adulto. Ambos éramos muy jóvenes y creo que me consumía la idea de ser mayor, con mujer y niños propios. Cuando la muerte de Soledad acabó con ese sueño, no tuve el valor para intentar encontrarlo nuevamente. Al menos, hasta que tú llegaste.


Ella lo abrazó y apoyó su mejilla contra los latidos de su corazón.


-Esta tarde me di cuenta de que perderte por mi propia obcecación sería mucho peor que perderte en un accidente -al oír su risa, echó la cabeza hacia atrás para mirarlo-. ¿Cuál es la gracia?


Él le pellizcó con cariño la barbilla.


-Ya has intentado matarme en Sudamérica, pero no has podido. Tendría que haberte alcanzado para darte cuenta de que no te será fácil librarte de mí.


Lanzando una carcajada, ella levantó una mano y le acarició el rostro. Era el hombre más atractivo y excitante que había conocido en su vida, pero esa era solo una de las razones por las que lo amaba. La comprendía.  La necesitaba y la deseaba y siempre estaría allí para cuando ella lo necesitase.


-Entonces, ¿Cuándo nos podemos mudar a tu casa? -preguntó, sintiendo ganas de llorar por la emoción tan pura y dulce que la invadía-. Como puedes ver, ya he comenzado a hacer la mudanza. ¿Ya han acabado los carpinteros?


-Si no lo han hecho -dijo él con una amplia sonrisa llena de sensuales promesas- los echaremos y terminaremos nosotros.


-¿Y la boda? ¿Quieres una fiesta grande con toda tu familia, o...? -se detuvo abruptamente cuando él comenzó a reírse. Con un gesto de desconcierto, preguntó-: ¿Quieres que nos casemos, no? ¿O me estás tomando el pelo?


La mirada que él le echó le indicó que no podía esperar para ponerle las manos encima.


-¡Por supuesto que quiero que nos casemos, cariño! Quiero que seas mi esposa y que tengamos tantos niños como Dios lo permita -dijo con alegría-. Me reía porque de repente me di cuenta de por qué nos volvimos a encontrar aquí en Ruidoso.

 

Desconcertada, ella negó con la cabeza.


-No tiene nada de extraño que yo viniese aquí. Trabajo en la industria petrolera. Zolezzi necesitaba un geólogo y tu padre...


-¡No! ¡No! No fue nada por el estilo. ¡Fue el ramo de novia!


Paula se lo quedó mirando como si se hubiese vuelto loco.


-¡Un ramo de novia! ¿A qué te refieres?


-Mi hermana Luciana. Yo vine de Sudamérica para su boda. Todavía tenía el tobillo escayolado, y cuando ella tiró el ramo, no pude salir del medio con suficiente rapidez. ¡Acabé agarrándolo yo! ¡Cielos, tendría que haber pensado que algo por el estilo me sucedería!


Paula rompió a reír.


-¡Oh, Pedro, agarraste el ramo de novia! ¿Lo tienes todavía? Me encantaría tener ese trozo de destino que nos ha reunido.


-No -negó él con la cabeza y sonrió-. Se lo tiré a mi prima Laura - una expresión de sorpresa le iluminó los ojos mientras miraba a Paula-. ¡Dios santo, me pregunto qué le sucederá ahora a ella! 


Con un suspiro satisfecho, Paula se puso de puntillas y levantó los labios hasta los suyos.


-Solo espero que sea tan maravilloso como esto. 







FIN

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