viernes, 28 de octubre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 66

 -Estaba fuera -explicó-. Y la casa está tan llena que tuve que venir al dormitorio para poder oírte.


-Llamé a casa. Dijiste que no querías ir a la fiesta de mis tíos.


Se le notaba en la voz que estaba resentido o algo por el estilo. Era obvio que no le apetecía tener que trabajar mientras ella se lo pasaba bien, pensó Paula.


-Pero tú me dijiste que querías que viniese. Además, Luciana me llamó y prácticamente me rogó y no pude rehusarme. ¿Para qué llamabas?


La pregunta directa lo hizo centrarse ya que Pedro se dió cuenta de que se estaba comportando como un amante celoso. Llevaba casi cinco días fuera y lo único que podía hacer era pensar en ella. Y echarla de menos. En ese momento se sentía pésimo.


-No he hecho ningún progreso. Los chicos del sismógrafo están perdiendo el tiempo sin hacer nada. Estamos tirando el dinero a la basura. Quiero que mañana hagas la maleta y te tomes el avión para aquí. 


-¡Yo! -dijo ella, tragando aire. Se aferró al auricular y se dejó caer en el borde de la cama- ¿Y por qué yo? Soy geóloga, no negociadora.


-El viejo no confía en mí. Está convencido de que estamos dispuestos a arruinar sus tierras. Tú eres la científica, tú eres la que puede tranquilizarlo.


Paula lanzó un bufido.


-Dudo que crea más a un científico que a un empresario, pero supongo que no me dejas mucha opción, ¿No?


No parecía demasiado contenta y Pedro se dió cuenta de que no había desarrollado la conversación como pensaba. Pero mientras esperaba que su tía llamase a Paula al teléfono, le habían pasado por la mente todo tipo de imágenes. Imágenes de ella bailando en brazos de otro hombre, lo cual no lo había puesto precisamente de buen humor.


-No.


Ella lanzó un profundo suspiro mientras se imaginaba su rostro fuerte y guapo. Tenía tantos deseos de verlo que era casi indecente.


-De acuerdo. Haré la maleta esta noche y tomaré el primer avión que pueda en la mañana.


-¡No esperes a tomar un vuelo regular! Contrata un avión. Sabes el piloto que usamos en la empresa. Llámalo esta noche -le ordenó y procedió a darle las instrucciones de dónde encontrarse con él una vez que llegase a Oklahoma.


-Iré cuanto antes -le aseguró Paula-. ¿Algo más?


-Sí -dijo y de repente la voz se le puso ronca-. Te echo de menos. No sabes cuánto.


Paula cerró los ojos con fuerza mientras se le hacía un nudo en la garganta. No lo veía desde la noche en que le había dicho que la amaba. A la mañana siguiente se había ido a Oklahoma. Eran demasiados días repitiéndose cada palabra, cada vez que se habían tocado, cada cosa que había sucedido entre los dos.


-¿Paula? ¿Tú... Eres capaz de reconocer que me echas de menos?


Ella tragó y se apretó los párpados con los dedos.


-Por supuesto que te echo de menos -susurró con voz ahogada. 

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