viernes, 21 de octubre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 51

 -No sé qué concepto tienes de mí, Pedro, pero yo no tengo aventuras.


-Yo no te he pedido que tengamos una aventura -gimió Pedro.


Los ojos de ella se llenaron de duda y confusión.


-Entonces, ¿Qué pretendes de mí? ¿Amor? ¿Matrimonio? -su risa estaba llena de amargura-. Sé el tipo de hombre que eres. 


-¿Qué tipo de hombre soy?


-Un playboy. 


Él le soltó la cara y le apoyó las manos en los hombros.


-Yo no soy...


-¿De qué vale que intentes negarlo? -interrumpió ella-. Hasta tu familia habla de tus escarceos.


-De acuerdo -dijo él, con la voz ronca de frustración-, quizás haya sido un poco playboy en el pasado, pero dime algo, Paula, desde que has llegado, ¿Me has visto con alguna mujer?


Después de un momento de pensar, ella tuvo que negarlo.


-No. Pero no hubiese importado que lo hicieses. No tengo ningún compromiso ni derecho sobre tí. ¡No te gustaría que lo tuviera! Lo que acabamos de compartir era puro deseo, nada más.


Él le hundió una mano en el pelo y con la otra le rodeó el tibio antebrazo.


-¿Es eso lo que crees? -murmuró.


No lo era. Pero intentaba convencerse de ello. No tenía ningún deseo de pensar que se estaba enamorando de ese hombre.


-¿Por qué no lo dices directamente? -dijo ella, lanzando un suspiro.


-¿Qué quieres que diga?


-Lo que no te atreves a decirme. Que quieres acostarte conmigo.


Su abrupta respuesta lo dejó de una pieza. Se quedó mirándola en la semioscuridad.


-¿Y? -insistió ella- ¿Estoy equivocada?


-Te dije que no pretendo que tengamos una aventura -dijo él enfadado.


-No. No quieres ni siquiera ese compromiso. Probablemente lo que deseas es un buen revolcón y punto.


La frustración hizo que él se diese la vuelta y se pasase los dedos por el pelo.


-Sabes que te estaría mintiendo si te dijese que no quiero hacerte el amor. Te lo demostré a las claras hace un instante, ¿No?


Aunque él no la estaba mirando, Paula se ruborizó violentamente.


-Sí. Y yo... Tampoco me resistí demasiado, ¿No? Por eso es que tenemos que mantenernos alejados.


Él se volvió hacia ella y le clavó los ojos.


-¿Por qué haces que todo resulte tan difícil?


Ella tragó las lágrimas que le quemaron la garganta. Deseaba a ese hombre. ¿Por qué no podía tomar lo que le ofrecía y disfrutar del placer físico que le brindaba? No donde su corazón se vería involucrado, le dijo una vocecilla.


-Porque tengo que hacerlo -respondió ella con voz ahogada y salió corriendo hacia la casa. Había dado cuatro largos pasos cuando él la agarró por detrás.


Sentir sus manos en la cintura la llenó de pánico. No era miedo de él, sino de sí misma, de sus reacciones, del impulso incontrolable de arrojarse en sus brazos y rogarle que le hiciese el amor.


-¿Por qué te alejas de mí? ¿Fue tu marido tan terrible contigo que tienes miedo de los hombres? ¿De mí? 


Ella levantó la cabeza, pero miró a las montañas que se elevaban a la distancia. Recordó las frías acusaciones de David, su total rechazo. Había sido fácil para él abandonarla a ella y a su matrimonio. Tan fácil que ella se había dado cuenta de que él nunca la había amado. Cuando finalmente habló, lo hizo con voz hueca.


-Mi marido no abusó físicamente de mí, si es a eso a lo que te refieres..

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