viernes, 7 de octubre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 22

 -Esto engordará un montón.


-Está buenísimo.


-Está buenísimo -reconoció ella.


Transcurrieron varios minutos mientras bebían en silencio. Maureen sentía sus ojos recorrerla constantemente, como si ella fuese el papel de un examen y él tratase de adivinar las respuestas.


-¿Has encontrado? -preguntó, dejando el vaso sobre la mesita.


-¿Cómo dices? -preguntó él, con el entrecejo fruncido por la confusión.


-Celulitis. ¿Tengo? ¿O tendría que ponerme de pie y dejar que me inspeccionaras la parte de atrás también?


Él no pareció avergonzarse por su comentario, más bien parecía divertido.


-Estás... Distinta sin la ropa.


Además, verle el pelo suelto que le llegaba hasta más abajo de la cintura era una visión tan íntima como los bonitos senos que asomaban por el amplio escote.


-A todos nos pasa lo mismo -dijo ella secamente.


Lo cierto es que le resultaba muy sensual con ese traje de baño blanco de una pieza con generoso escote mostrando sus senos. Tenía el cuerpo tan moreno como el rostro y Pedro se preguntó si su interior sería tan suave y dulce como su exterior.


-No te gusto demasiado, ¿No? -dijo.


La pregunta hizo que ella se inclinara a tomar el vaso y bebiese un trago antes de responder.


-No estás mal... Para ser un hombre de la compañía.


Seguro que ella no sabía cuánto le disgustaba ese apelativo. Era cierto que él era técnicamente lo que la gente del mundillo del petróleo y el gas llamaba «Un hombre de la compañía», pero sabía que un peón de boca de pozo o un perforador lo odiaban de la misma forma que un cabo odia a su sargento. Pedro no era un hombre que desease o necesitase tener esa autoridad, pero era algo inherente a su puesto.


-¿Qué te hizo estudiar Geología? -preguntó con curiosidad. 


Ella se echó atrás en la tumbona y estiró sus largas piernas. El aire nocturno era cálido. Pedro tenía razón. Era la mejor hora del día.


-Desde que era niña, siempre quise saber los porqués de las cosas. ¿Por qué era verde la hierba? ¿Por qué brillaban las estrellas? ¿Por qué hacía el bicarbonato de sodio que el yogur tuviese burbujas? Esperaba la clase de Ciencias con la misma ilusión conque otras chicas deseaban que llegase el viernes por la noche.


-No me digas que no te causaba ilusión salir el viernes por la noche - observó él con una sonrisa irónica.


Ella inspiró profundamente y se miró el esmalte color frambuesa de las uñas de los pies.


-La verdad es que no.


-Alguna cita habrás tenido. Has estado casada.


Ella lo miró sorprendida.


-¿Cómo sabías eso?


-En Sudamérica -se encogió él de hombros-. ¿Recuerdas? Me dijiste que estabas divorciada.


Claro que lo recordaba, pero pensó que lo único que él recordaría sería el accidente.


-No comencé a salir con chicos hasta que comencé la universidad - explicó ella-. Entonces conocí a David. Un año más tarde nos casamos. Y al año nos divorciamos.


-¿Qué pasó?


-¿Cómo, qué pasó?


-El divorcio. Es obvio que algo los separó. ¿Qué fue? ¿Otra mujer? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario