lunes, 10 de octubre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 30

 -¿Por qué? -preguntó.


-Porque no me gusta cómo estamos ahora -dijo él, lanzando un suspiro frustrado.


Paula trató de detener el alocado latir de su corazón, pero con él tan cerca, éste rehusaba obedecerla.


-¿Cómo... Estamos? -quiso saber.


-Tratándonos como dos extraños -dijo él con una mueca de disgusto-. No, no es verdad. Dos extraños serían probablemente más amables que nosotros. 


-No creo... -el toque de su mano le impedía proseguir. La sacó de un tirón y le dió la espalda- no creo que podamos ser amables, Pedro -dijo en voz baja.


-¿Por qué? ¿Tanto te disgusto?


Su pregunta la hizo estremecerse para sus adentros. Le gustaba demasiado, ese era el problema. Un problema que no le podía decir.


-No. No me disgustas. Pero... -se forzó dar la vuelta nuevamenteanoche...


-No tendría que haber sucedido -acabó él la frase.


-Estoy de acuerdo. Me porté tontamente -dijo ella, pero se arrepintió inmediatamente. Él se lo vio reflejado en el rostro.


-Yo no diría eso -dijo, intentando no parecer tan triste como ella-. Yo diría que fuimos... Que todo el tema fue peligroso más que otra cosa.


Peligroso. Oh, sí. Los besos que habían compartido habían sido eso y mucho más, pensó Paula.


-Llevas razón -murmuró.


Él tragó mientras una oleada de deseo de tocarla lo recorría como una súbita sed.


-No permitiré que vuelva a suceder.


Ella levantó la cabeza haciendo un esfuerzo. Cuando sus ojos se encontraron, la recorrió un estremecimiento.


-Yo tampoco.


Pedro tendría que haber dado un salto de alegría. Ella no lo culpaba por lo que había sucedido. Tampoco quería proseguir donde lo habían dejado. Todo estaba perfecto. Sin embargo, se sentía vacío, desilusionado. Con un poco de suerte la sensación pasaría y lograría mantener las cosas entre los dos en el plano impersonal.


-¿Entonces podemos olvidarlo? -le preguntó.


Ella esbozó una sonrisa torcida.


-Somos adultos. Seguro que nos podemos comportar de forma adulta.


-Tenemos que trabajar juntos, Paula. No quiero que lo pasemos mal en el trabajo.


Tenía razón. Habría momentos en que los dos tendrían que trabajar juntos. De una forma u otra, se tendrían que llevar bien. ¿Pero cómo podría mirarlo como a un compañero de trabajo cuando ya había sido más que ello? Tendría que olvidarlo. Olvidar que él la había besado con un hambre que seguía teniendo el poder de quemarle en la memoria. 

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