miércoles, 5 de octubre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 19

Pero ahora, mientras Paula lo seguía de cerca por la avenida de pinos hacia la casa, deseó haber sido más tacaño con su hospitalidad cuando le miró los cálidos ojos castaños esa mañana. A pesar de la atracción física que sentía, no quería involucrarse con ella. Ni con ninguna otra mujer. Y se iba a asegurar de no hacerlo. Dieron la vuelta por detrás de la casa y Paula estacionó junto a la camioneta de Pedro para luego unirse a él en la parte de atrás de los vehículos. Se hizo sombra con la mano en los ojos para protegérselos del sol del ocaso y miró los enormes graneros y corrales, las largas y blancas caballerizas y las montañas verdiazuladas que se elevaban por detrás.


-Cuando hablabas del rancho, no sabía que te referías a un sitio de tal magnitud -le dijo con la voz teñida de admiración.


-Te dije que era hermoso -dijo Pedro y su irónica sonrisa estaba llena de orgullo mientras abría la parte de atrás de la camioneta de Paula.


-Pues te quedaste corto. No imaginaba que sería... -hizo una pausa para señalar con la mano los corrales donde los vaqueros estaban poniendo pienso en los comederos para alimentar a un rebaño de novillos-... Un rancho en funcionamiento.


-¿Hay algún otro tipo de rancho? 


Ella agarró dos de sus maletas más pequeñas. Pedro se encajó una mochila bajo el brazo y luego levantó dos maletas más grandes.


-Alguna gente compra una casa en un acre de tierra y llama a eso un rancho.


Él lanzó una ronca risita.


-Medimos al Bar A en secciones, más que en acres.


-Ahora que sí que pareces un genuino tejano.


-Al fin y al cabo, son nuestros vecinos.


Ella se rió y Pedro se dió cuenta de que era la primera vez que oía el cálido sonido o que la veía sonreír de verdad. Pensó que había notado todo sobre esa mujer. Creía que su frío distanciamiento era debido a que él no le gustaba. Pero comenzaba a pensar que ese no era el caso en absoluto. No era que estaba molesta con él. Era algo más profundo, algo que ella traía desde Houston. ¿Un hombre? Se preguntó y gimió burlonamente para su coleto. ¿Con una mujer con el aspecto de Paula? Seguro que se trataba de un hombre. Y Pedro ya lo odiaba.



Pedro dejó el libro sobre la mesilla y, suspirando, se echó contra la cabecera de la cama. No quería leer. Tampoco le apetecía mirar la tele. Y menos quedarse echado mirando el techo. Se frotó el torso desnudo con una mano y su mirada se dirigió distraída hacia la puerta. Su madre había insistido en poner a Paula en la habitación justo frente a la de él, del otro lado del pasillo. Le daba igual que lo hubiese hecho a propósito o sin darse cuenta. Había decidido que sería cortés y hospitalario con ella. Pero también iba a tener mucho cuidado en mantener las distancias. ¿Para qué pasar más tentaciones de las necesarias? Inquieto, se levantó de la cama y se dirigió a las puertas corredizas de cristal que daban al patio. Unos metros más allá, el agua de la piscina brillaba a la luz de la luna. Esa noche se había privado de su baño. La idea de exhibirse en bañador frente a Paula no le resultaba demasiado atractiva. Además, si se hubiese bañado más temprano, seguro que sus padres habrían insistido en que Paula lo acompañase. Cobarde. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario