miércoles, 19 de octubre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 46

 -Sí. Tendrán todo listo en un par de semanas.


-¿Dos semanas? Esos hombres no podrán hacer los cambios que habías planeado en quince días.


Pedro sacudió la cabeza y se puso de pie.


-He decidido no hacer la mayoría de los cambios.


-¿De veras? -arqueó Horacio las cejas con escepticismo- ¿Y eso?


Pedro se encogió de hombros y se dirigió a la cafetera. La jarra tenía un dedo de un café concentrado como petróleo. Decidió que no le apetecía beber nada y volvió la jarra de cristal a su sitio.


-Oh, comencé a pensar que la casa está bien como es. Además, es hora de que me vuelva a casa y los deje a tí y a mamá en paz.


Horacio lanzó una corta carcajada.


-Apenas si te vemos en el Bar A. No nos molestas en absoluto. Pero si es la presencia de Paula la que te altera, te alegrará saber que ella se mudará a su propia casa dentro de uno o dos días.


Pedro levantó la cabeza con violencia.


-¿Se muda? ¿Quién te lo ha dicho?


-Ella. ¿No te lo ha mencionado?


Desde la otra noche, ella se había negado a ir al trabajo con él, aduciendo que tenía cosas que hacer en la ciudad. Pedro sabía que él había erigido un muro entre los dos. ¿Tendría razón ella cuando decía que nunca podrían ser amigos?


-No, no me lo ha mencionado -dijo, fingiendo indiferencia-, pero me da igual que se mude o no -Horacio lanzó una risilla y su sonido le irritó los nervios a flor de piel- ¿Qué pasa? ¿Te parece gracioso?


-No. Me río porque mientes muy mal.


La expresión de Pedro se tornó cautelosa. Su padre nunca le tomaba el pelo por las mujeres con quienes había salido. ¿Por qué creería que Paula era especial?


-Paula no es distinta para mí de la secretaria que está sentada en la habitación contigua -le aseguró Pedro.


Horacio dejó escapar otra risa, lo cual irritó a Pedro aún más. 

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