lunes, 24 de octubre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 56

 -Sí, pero me dejó unos días después del funeral de Abril. Él... Bueno, él creía que yo fui egoísta y negligente. Me acusó de anteponer mi carrera al bebé. Me dijo que si hubiese estado cuidando a Abril como una madre de verdad en vez de tener la nariz metida en un libro, ella no habría muerto. 


Pedro echó la cabeza hacia atrás incrédulo.


-No me lo puedo creer. Cualquiera sabe que las muertes en la cuna son totalmente inexplicables. Incluso si la hubieses estado vigilando todas las horas del día y de la noche, no habrías podido evitarlo.


-Yo sabía todo eso, pero estaba tan herida y tan apesadumbrada que tenía que culpar a alguien, y era yo quien estaba a cargo de ella.


-¿Por eso te dejó? ¿Por el bebé?


Paula se separó la foto del pecho y miró a la niña que había dado a luz. Parecía que la había perdido hacía tanto tiempo, sin embargo, el dolor era igual de fuerte que si hubiese sido el día anterior.


 -La muerte de Abril le dió motivos para darme la espalda.


-Es imposible que te amase, Paula. Un verdadero esposo habría estado allí para que tú te apoyases en él y habría necesitado tenerte para apoyarse en tí. Ese hombre tiene que haber sido un verdadero hijo de su madre.


-El error fue mío por no haberme dado cuenta de sus verdaderos sentimientos antes de casarme con él -dijo ella, con amarga decisión-. Cuando comencé a salir con él, se mostró más atento conmigo de lo que nunca había experimentado en mi vida. Y supongo que confundí su atracción física por verdadero amor.


-¿Lo amabas?


Ella miró hacia otro lado.


-Pensaba que sí. Me casé con él con la esperanza de tener una familia y un futuro. Pero eso... no sucedió -dijo tristemente, acercándose a una cómoda de cerezo y colocando la foto en el último cajón.


-Supongo que pensarás que soy una madre horrible -dijo ahogadamente- por guardar la foto de mi bebé.


Él le alcanzó el edredón y ella lo dobló en un pequeño cuadrado y lo guardó con la foto y el sonajero.


-No. Me parece que la querías tanto que no puedes soportar ver su cara todos los días.


La sorprendió que él la comprendiera tan bien. Lo miró rápidamente y le miró el rostro contenido con ojos húmedos y llenos de agradecimiento. 


-La quería de verdad, Pedro, más que a mi vida. Después de perder a mis padres y a mi abuela, no tuve familia. Crecí sin saber lo que era tener un hermano o una hermana, un padre o una madre. Y me juré que un día tendría una familia y niños propios. Pero...


Se interrumpió y encogió de hombros como si hubiese llegado a aceptar lo que el destino le había deparado.


-Perder a Abril y a mi marido fue lo último que me faltaba. Era evidente que a mí no me correspondía tener a nadie.


Pedro no lo pudo soportar más. La tomó en sus brazos y ella, agradecida, no se resistió, apoyando la mejilla en su hombro mientras él le acariciaba la espalda.


-Eres lo bastante joven para encontrar marido y tener más niños. 

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