miércoles, 5 de octubre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 17

 -El Bar A tiene cientos de cabezas de ganado y dos caballerizas. Una boca más que alimentar no nos causará ninguna molestia.


-Sabes realmente... Como hacer que una mujer se sienta deseada.


Una sonrisa de autocomplacencia le marcó un hoyuelo en la mejilla.


-Ya me lo han dicho antes.


-Estoy segura que sí -comentó ella secamente y luego se acercó a él-. Dile a tus padres que aprecio su consideración, pero...


-¿Y mi consideración?


Ella le lanzó una mirada de duda.


-Me da la impresión de que no quieres que vaya a tu casa. 


-Es la casa de mis padres. Se da la coincidencia que estoy alojado allí por el momento. Además, te he invitado, ¿O no?


Ella se encogió de hombros.


-Sí, pero también me has acusado de querer matarte.


-Puedo olvidarme de ello si tú lo haces.


Paula no era una persona rencorosa. Nunca le había gustado guardarse cosas desagradables y aunque Pedro había dicho muchas cosas para enfadarla, ella no quería guardarle rencor. No, olvidarse de aquella discusión sería fácil. Las otras cosas que ese hombre le hacía sentir eran lo que la preocupaba. Pasar más tiempo del estrictamente necesario a su lado sería complicarse la vida.


-Por mí, nuestro primer encuentro está olvidado. Siento mucho que sufrieras heridas y comprendo y perdono que te enfadaras -dijo ella con la cabeza inclinada.


Pedro sintió el impulso de inclinarse y besarle la nariz y las mejillas, pero se controló.


-Ya no estoy enfadado.


Su voz ahogada hizo que ella levantase la vista, y en ese momento se dió cuenta de que la miraba no como una colaboradora, sino como a una mujer. La idea era a la vez aterradora y excitante.


Ella se humedeció nerviosamente los labios con la punta de la lengua.


-Me alegro. Pero todavía no estoy segura...


-¿Cómo vas a traerte las cosas de Houston? ¿O ya lo has hecho?


-He vendido parte de los muebles -respondió ella negando con la cabeza-. Lo que queda vendrá con mi ropa, enseres y otras cosas en un camión de mudanzas. En cuanto termine con el papeleo de la casa.


Una expresión de incredulidad se le reflejó en la cara.


-¡La casa! ¿Quieres decir que ya has comprado una casa?


-Sí -dijo Paula sin arredrarse. Encontré una ayer. Por supuesto que pasarán un par de semanas hasta que el abogado haga los documentos y firmemos.


-Lo único que te puedo decir es que no pierdes el tiempo, señorita.


Había perdido diez años de su vida. Pero las cosas iban a cambiar a partir de ahora. La noche anterior había decidido dejar a su ex marido y a su bebé muerto atrás de una vez por todas. Se iba a mudar a su casa nueva, concentrarse en iniciar una vida distinta y olvidarse de todo lo que había perdido. 

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