viernes, 21 de octubre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 53

Al igual que la noche anterior, vestía vaqueros, botas y una camiseta negra. Llevaba una bolsa con comida en un brazo y sonreía ampliamente. Paula se vió gratamente sorprendida. Había supuesto que el enfado no se le habría pasado. Fue una agradable sorpresa ver que estaba equivocada. Abrió la puerta para que entrase.


-¿Creíste que me olvidaría? -preguntó Pedro.


-Pensé que no vendrías -confesó ella.


-Tenía que ir a Eunice esta mañana y acabo de llegar -explicó y miró a su alrededor-. ¡Caramba, era cierto que necesitabas ayuda! -exclamó, dejando escapar un silbido.


La suave risa de Paula hizo que la mirase. Con unas mallas blancas, una camisa larga a rayas rosa y blanco y el pelo sujeto en un moño, estaba igual de hermosa que si hubiese llevado diamantes.


-No me dí cuenta hasta que dejaron todas las cajas -inspiró el olor que salía de la bolsa-. ¿Es eso comida?


Él asintió.


-¿Ya has comido? Paré en una casa de comidas de camino aquí.


-No he tenido tiempo. Quería asegurarme de que los hombres dejasen los muebles grandes en las habitaciones que correspondían antes de que se fueran -respondió ella mientras le indicaba que la siguiera a la cocina. 


Allí se sentaron ante una mesa de roble en una pequeña alcoba de ventanales y prepararon sándwiches con los fiambres y quesos que Adam traía. Cuando se hallaban sentados comiendo, Pedro miró por la ventana con curiosidad.


-Es un sitio precioso, pero ¿No crees que te sentirás un poco sola aquí? Tienen razón mis padres cuando dicen que quieren presentarte a algunos solteros.


Paula se detuvo en el gesto de llevarse el sándwich a la boca.


-¿Qué dices? ¡Estarás de guasa!


-Creen que te sientes sola. 


Sola.


Ningún miembro de la familia de Pedro podía imaginarse lo que habían sido los últimos años de su vida. Muchas veces había estudiado hasta el punto de caer rendida para no tener que enfrentarse a un departamento vacío. Nadie sabía o comprendía lo que ella había pasado con David. Quizás una mujer más fuerte habría olvidado y seguido adelante, pero hasta ese momento, Paula no había tenido valor.


-¿No se dan cuenta tus padres que hay otros entretenimientos aparte del sexo opuesto?


-No. Llevan veinticinco años perdidamente enamorados.


-Pues, es muy amable de su parte, pero pronto se darán cuenta de que no me interesa -dijo Paula, forzándose a tomar otro bocado de sándwich.


La pasada noche ella lo había besado como si estuviese más que interesada, pensó Pedro, pero no iba a decirle eso en ese momento. Había ido para ayudarla con la mudanza, no para seducirla. 

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