lunes, 10 de octubre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 27

 -Esa chica no quería aceptar que yo no iba en serio.


Las facciones de Paula se endurecieron.


-Pues yo sí que voy en serio, así que no juegues conmigo.


Su advertencia de que se mantuviese alejado no hizo más que echarle leña al fuego. Cuando ella comenzó a darse la vuelta, Pedro le agarró la barbilla con fuerza, impidiéndole moverse.


-¿Y qué harías si te dijera que yo voy en serio? -le preguntó con voz ahogada- ¿Qué harías si te dijera que en este preciso instante te deseo más de lo que haya deseado jamás a una mujer?


-Te diría que estas utilizando alguno de esos trucos que has ensayado tan bien.


Un sonido estrangulado le salió a él de la garganta y luego le aplastó los labios con los suyos.  Como la detonación de una bomba, un fuego explotó dentro de ella. Se extendió hasta la punta de los dedos de los pies y de las manos. Una cosa era besarlo porque a ella le daba la gana, y otra muy distinta era sentir que él era quien llevaba la batuta y ceder a la erótica magia que sus labios creaban. El lento ceder de su cuerpo y la separación de sus labios eran la invitación que Pedro necesitaba. La apretó aun más y le metió la lengua en la boca. Paula lanzó un leve gemido y luego ambos comenzaron a hundirse, ahogándose lentamente en el agua y en brazos del otro. Solo la necesidad desesperada de oxígeno los forzó a separarse y nadar hacia la superficie. Ella aprovechó ese momento para separarse y cruzar la piscina hacia la escalerilla.


-¿Adónde vas? -le gritó Pedro mientras ella salía del agua y caminaba por el borde.


Incapaz de mirarlo, ella se dirigió hacia la casa.


-Adentro. Antes de que nos ahogues a los dos.


Pedro la miró alejarse con la larga melena meciéndose al ritmo de sus caderas. Un deseo cálido y fiero latió dentro de su cuerpo, y tuvo que aceptar que ella tenía razón. No era como ninguna de las chicas con las que había flirteado y jugueteado con anterioridad. Era algo totalmente distinto. Y tenía que apartar sus manos de ella antes de quemárselas. Pero a pesar de la advertencia que le resonaba en la mente, estuvo a punto de salir de la piscina e ir tras ella. 


A la mañana siguiente, Paula declinó la invitación de Ana a que tomase el desayuno con la familia. En vez de ello, tomó café en su habitación y luego se detuvo de camino al trabajo a comprar un par de bollos. Se daba cuenta que evitar el desayuno con los Alfonso era cobarde por su parte, pero después de lo que había sucedido entre ella y Pedro la noche anterior, no se encontraba lista para enfrentarse a él a la mesa del desayuno. Desde que David había desaparecido de su vida, ningún hombre le había interesado. Ningún hombre se le había acercado lo bastante como para tocarla de forma más íntima, así que ¿por qué le había dado por besar a Pedro como si fuese una mujerzuela de la calle? La pregunta la hizo sentirse avergonzada al entrar al pequeño laboratorio en la parte de atrás del edificio Alfonso. No sabía qué la había llevado a hacerlo. Pero estaba segura de una cosa: no dejaría que sucediese otra vez. Y una vez que tomó la decisión, se fue a los archivos y sacó el trabajo que había iniciado el día anterior. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario