viernes, 7 de octubre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 23

Ojalá hubiese sido tan sencillo. Le hubiese resultado más sencillo lidiar con un marido que la engañase. Pero resultó que había intentado seguir con un hombre que la consideraba una mujer egoísta y madre negligente. Con la perspectiva de los años, se daba cuenta de que David solo había sentido deseo físico por ella.


-No. A David no le interesaban otras mujeres. Después de que nos casamos, yo... -suspiró y sacudió la cabeza para alejar los tristes recuerdos descubrí que teníamos objetivos totalmente opuestos en la vida.


-¿Como qué? 


-¿No te parece que son preguntas demasiado personales? -preguntó, frunciendo el ceño más profundamente.


Él se encogió de hombros y dejó la copa. Luego bajó las piernas de la tumbona para sentarse frente a ella. Con los codos apoyados en las rodillas, se inclinó hacia adelante y la miró detenidamente.


-No son personales. Solo curiosidad por saber por qué un hombre te dejaría ir.


Algo suave y decididamente femenino se encendió en el pecho de ella. Algo que hacía años que no sentía.


-Lo dices como si yo fuese un premio -dijo, con un ligero tono acusador en la ronca voz.


-La mayoría de las mujeres considerarían un cumplido que se las tomase como un premio -dijo él, arqueando ligeramente las cejas-. Es obvio que a tí no te parece así.


La estaba poniendo nerviosa y molesta. Durante años se había jurado que nunca más pertenecería a un hombre. Ser el premio de David le había robado todo. Su orgullo y autoestima, así como un poco de la ambición que siempre había tenido. Y luego estaban todos esos años en los que ella había luchado por liberarse de la culpa que él le había creado. No, no deseaba convertirse en el premio de otro hombre. Pero la mujer que llevaba dentro, esa tonta e indefensa parte femenina, se preguntaba cómo sería pertenecer a Pedro Alfonso, sentir que él le hacía el amor como si ella fuese suya y solo suya. El turbador pensamiento hizo que Paula se pusiese de pie. Se dió cuenta de que él esperaba una respuesta.


-Soy una persona -dijo simplemente-. Un ser humano. No un premio para poseer.


Se alejó de él y se quedó de pie al borde de la piscina, mirando las frescas profundidades. Sintió sus pasos detrás de ella y luego una mano se apoyó en el hombro desnudo, haciendo que sintiera calor en la piel.


-¿Fue eso lo que pasó con tu esposo? -le preguntó en voz baja.


-No digas «Esposo» -dijo ella con voz inexpresiva-. David es un ex esposo. Llevo más de diez años sin verlo.


De repente, se dió vuelta a mirarlo. El movimiento hizo que su mano se le deslizara hasta el brazo. Inconscientemente, deslizó los dedos por su piel. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario