lunes, 24 de octubre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 58

Porque eso era, pensó enfadado. Una obsesión, una fijación que no podía superar. Apenas sí la había visto desde la noche en que la ayudó a mudarse. Ella se encerraba en el laboratorio durante el día y ahora que no se alojaba en el Bar A, no tenía oportunidad de verla por las noches. Quizás fuese para bien, pensó tristemente. Desde que ella le contó lo del bebé, no había dejado de sufrir por ella. Más que nada, quería que ella fuese feliz. Pero no sabía cómo ayudarla. Ella llevaba diez años con ese dolor. Quizás era loco pensar que él podría acabarlo. Un golpe en la puerta interrumpió sus cavilaciones.


-¿Estás ocupado, cielo?


Pedro se dió vuelta y vió a su madre entrar en la habitación. Llevaba un vestido y su rojo cabello lucía un elaborado moño. Estaba especialmente hermosa y él no pudo evitar sonreír al verla a pesar de sus preocupaciones.


-Hola, mamá. ¿Qué haces en el pueblo? ¿De compras? 


-En absoluto -rió ella descartando sus palabras-. El único sitio donde compro es en la tienda de piensos y eso lo puedo hacer perfectamente en vaqueros.


-¿Entonces? ¿Qué te traes entre manos? ¿Te vas de picos pardos con papá? -preguntó Pedro, señalando su elegante vestido.


Ella sonrió con picardía.


-Algo por el estilo. Tu padre y yo volamos a El Paso esta noche para reunirnos con ese perforador de Port Arthur. Horacio me ha prometido llevarme a bailar después.


-Estupendo.


Ella se acercó y apoyó la cadera contra la mesa.


-¿Te gustaría venir con nosotros?


-No. Ustedes no necesitan mi compañía. Además, he tenido un día muy cansado.


-Tienes mal aspecto -dijo ella con voz preocupada.


Pedro se levantó y se alejó al ventanal. Ana lanzó un suspiro, pero tan leve que Adam no la oyó.


-Lo cierto es que estoy aquí para traerte una invitación de tía Josefina. Va dar una fiesta para celebrar el aniversario de Carmen y Benjamín el sábado por la noche. Cumplen veinticinco años.


-Puede que tenga que salir de viaje, hay problemas en una propiedad en Oklahoma. Pero iré si estoy aquí.


-Bien. Le diré que irás si puedes. Ahora, Paula. ¿Quieres invitarla tú o lo hago yo?


Pedro le dirigió una mirada.


-Mamá, apenas conseguimos que se quedase a la fiesta de Sergio. Dudo seriamente que quiera venir a otra de nuestras fiestas familiares.


-Tonterías -dijo Ana-. Estoy segura de que le encantará tener una excusa para salir de casa. Además, algunos de los abogados del estudio de Rafael puede que estén allí. Y si no le gustan los abogados, ya habrá algún vaquero que le caiga bien.


-¿Por qué diablos no puedes dejar a Paula en paz, mamá? ¡No quiere un hombre! 

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