lunes, 31 de octubre de 2022

Otra Oportunidad: Capítulo 71

Como en una nebulosa, se dió cuenta de que se estaban deslizando de costado en el asiento y segundos más tarde sintió que estaba apoyada de espaldas. Pedro levantó la cabeza y le miró el rostro mientras le desabrochaba los botones de la blusa, luego inclinó la cabeza para darle húmedos besos en los expuestos senos. Presa de un ardiente deseo, se sintió incapaz de detenerlo. No lo había besado, ni sentido el erótico aroma de su piel, ni el contacto de su recio cuerpo lo bastante para satisfacer el hambre que la consumía. Y luego, justo cuando su mano encontró el trémulo hueco entre sus muslos, levantó la cabeza de golpe. Paula abrió los ojos y vió cómo se iluminaba el interior de la cabina al pasar los faros de un coche.  Pedro le cubrió los desnudos pechos con la blusa mientras mascullaba unos juramentos.


-¿Se ha detenido alguien? -preguntó ella, con voz enronquecida por el deseo.


-No -gruñó él mientras se separaba de ella-. Pero nosotros sí.


Ella se enderezó en el asiento mientras se acomodaba la ropa y la cabeza le comenzó a dar vueltas al darse cuenta de lo cerca que habían estado de hacer el amor. ¡Y esa vez era Adam quien se había detenido! Con la cara encendida, Paula abrió de golpe la puerta y salió de la cabina. La lluvia seguía cayendo, pero con mucha mayor suavidad. Le empapó el pelo y la blusa mientras se la terminaba de abrochar e inspiraba profundamente dos o tres veces.


-¿Paula, se puede saber qué haces?


Ella lo miró por encima del hombro. Él la había seguido y también se hallaba fuera de la cabina.


-Tratando de escaparme de tí -declaró con voz desesperada.


-¿Porqué?


Ella se dió vuelta y se enfrentó a él.


-¡Porque he perdido la confianza en mí misma cuando estoy contigo! ¡Casi he hecho el amor contigo aquí, a la vera del camino! ¡Me haces volverme loca! ¡Loca!


Al ver que le llevaría más de unas palabras calmarla, la tomó del hombro.


-Ven. Tenemos que guarecernos de la lluvia y salir de aquí.


-¿Dónde? ¡Estamos en el medio de la nada!


-Hay una casa rodante de la empresa cerca del pozo. Queda a unas millas de aquí. Nos podemos quedar allí esta noche. Queda más cerca que ir a la ciudad.


-¡No! No me quedo contigo en ningún sitio esta noche.


Le apretó el brazo con más fuerza.


-Ni te darás cuenta de que estoy allí.


Paula tuvo ganas de maldecirlo, maldecirse y maldecir la situación, pero no lo hizo. A pesar de todo lo que había sucedido, estaba allí en su calidad de geóloga y no podía olvidarlo. 

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