lunes, 11 de julio de 2022

Tú Me Haces Falta: Capítulo 4

Desde entonces, él se le había pegado como una lapa. Quizá fuera por eso por lo que había visto en él lo que la mayoría de la gente no había conseguido ver. Algo especial. Fue ella quien logró que lo contrataran como disk jokey para el baile de Navidad. Fue ella quien envió fotos de él a los periódicos locales con el fin de conseguirle publicidad gratis. Convenció a sus hermanos para que hicieran posters de él en sus ordenadores, le grabó los shows y bombardeó con las grabaciones a las emisoras locales hasta que, hartos, le admitieron en un programa juvenil de radio.  Y también le prestó el dinero para comprar el billete de tren a Londres, donde le habían ofrecido un trabajo en una emisora de comercial de la capital.


—Eres una chica estupenda, Paula —le había dicho él en la estación—. Eres la única persona que ha creído en mí. Mi mejor amiga. Nunca te olvidaré, te lo prometo.





—Tienes mucha suerte de que se te haya presentado una oportunidad así, Paula —le dijo Luciana Garland en tono de duda.


No era ella sola quien tenía dudas, pero las de Paula no tenían nada que ver con su capacidad para realizar el trabajo. Eso no le preocupaba en absoluto. Pero aunque había llamado a su prima desde la estación al llegar a Londres, con lo único que había hablado era con el contestador automático. Y ahora, como si no hubiera tenido bastante con eso, aquella mujer que la había hecho ir de Newcastle hasta allí, parecía dudar de ella. Evidentemente, su blusa planchada impecablemente no le había impresionado. Lo que no era de extrañar; en aquel mundo nuevo, todo lo que ella pudiera ponerse se vería pobretón. Había hecho todo lo que estaba en sus manos por dar la imagen de una secretaria eficiente, inteligente y de buenos modales. Y lo había conseguido en Newcastle; sin duda, había impresionado al abogado para el que había estado trabajando hasta la semana pasada, hasta su jubilación. Pero en el mundo de Knightsbridge, su aspecto mostraba lo que realmente era: Una chica de tantas de una pequeña ciudad de la zona industrial del norte de Inglaterra. Necesitaría algo más que una blusa bien planchada para disimularlo. En esos momentos, Luciana Garland, de la agencia Garland, la estaba mirando como si no pudiera creer haber sido capaz de ofrecer un trabajo a Paula Chaves, por impresionante que fuera su currículum. La verdad era que, allí sentada, en la elegante oficina lujosamente alfombrada, Paula tampoco podía creerlo. En los listados de la biblioteca local, había hecho una lista de las agencia de secretarias en Londres que ofrecían trabajo temporal con la esperanza de que su currículum impresionara lo suficientemente a alguien para darle una oportunidad. Al fin y al cabo, su currículum era realmente bueno.

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