viernes, 22 de julio de 2022

Tú Me Haces Falta: Capítulo 27

 —Tomaré faisán con lentejas —dijo Luciana—. Los dos tomaremos lo mismo.


Luego, miró con desagrado su vaso de agua y añadió:


—Y pídale al encargado de los vinos que nos traiga una botella de clarete del que bebe él —Pedro se rindió sin protestar al ver la mirada que su hermana le lanzó—. Hace frío y necesito algo que me caliente un poco.


—Sí, y la tierra es plana —dijo Pedro.


No le había engañado.


—Está bien, Pedro, necesitas algo que te espese la sangre. ¿No te da de comer Marcela?


—¿Estás diciendo que no te envía un informe semanal de las calorías que tomo? ¿No te cuenta si me como el arroz con leche o se dejo un poco?


—Marcela Jacobs jamás te prepararía algo tan vulgar como arroz con leche.


—Marcela es un tesoro y hace todo lo que puede, Lu. Lo que pasa es que últimamente no tengo mucho apetito.


—Bien, pues hoy vas a comerte todo lo que te pongan delante.


—¡Menuda niñera estás hecha! —Pedro se rió—. Está bien, vamos a hacer un trato. Comeré exactamente lo mismo que tú, tenedor por tenedor. Vamos a ver hasta dónde estás dispuesta a llegar en tu campaña por cebarme con este guiso que has pedido también para tí misma.


—Eres un gusano —murmuró ella. Y Pedrp lo admitió con un gesto—. ¿Tienes idea del esfuerzo que me cuesta mantener esta figura?


—Has sido tú quien ha elegido el faisán —observó Pedro—. Y el clarete. En cuanto a tu figura, a tí tampoco te vendría mal ganar unos kilos.


—Después de esta comida voy a parecer una vaca.


—Si te la comes, cosa que dudo. Más bien, te dedicarás a juguetear con el tenedor.


—Las curvas no están de moda, Pedro. Pero, de todos modos, te equivocas. Estoy decidida a comerme hasta la última lenteja del plato, así que será mejor que te prepares para cumplir con tu parte del trato —Pedro se burló de ella con una sonrisa—. Y también me beberé el vino que mecorresponda.


—¿Vaso por vaso? 


Pedro parecía decidido a empujarla hasta el límite. Luciana lanzó ungruñido.


—Pedro, ten compasión de mí, es mediodía y tengo que trabajar esta tarde, aunque tú no tengas que hacerlo —entonces, riendo, se rindió—. ¡Qué demonios, es por una buena causa!


Verle sonreír así valía la pena el esfuerzo que tendría que hacer en el gimnasio. Hacía mucho que no veía sonreír a Pedro, eso sin hablar de una auténtica risa. Si para eso tenía que sacrificarse, lo haría con sumo gusto. Aunque, por supuesto, la cosa no era tan simple. Su hermano era un hombre complejo, y nunca hacía nada sin un motivo. Incluso algo tan sencillo como invitar a su hermana a almorzar. ¿Qué tenía Paula Chaves que le había hecho salir del mausoleo en el que se había convertido sucasa?


—Me alegro de que Paula te sea de ayuda —dijo Luciana.


—Tú lo has dicho.


—Me tenía preocupada que pudiera ser demasiado joven.


—¿Demasiado joven para qué? —preguntó él—. Es una mujer adulta y, si me permites que lo diga, a la que no le dan miedo unas cuantascurvas.


¿Pedro se había fijado en ellas? Luciana se encogió de hombros, decidida a disimular que encontraba revelador el camino que los pensamientos de su hermano habían tomado. 

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