viernes, 1 de julio de 2022

Mi Salvador: Capítulo 54

Era cierto. Federico podía ser un buen amortiguador en aquel momento, puesto que era la primera vez que se veían a solas desde que regresaran a Hobart. Había aceptado tomar café con él con la intención de despedirse. No había imaginado que sentiría aquella tristeza ni que él se sentiría herido ante su despedida.


—Siento que te hayamos molestado, Fede.


—No es ningún problema. De todas formas iba a venir a ver a Pepe. Quizá podamos tomar algo y charlar.


—Te has quedado mirando —le susurró Pedro, mientras se cambiaban a una mesa más amplia.


—Lo siento. Se parecen mucho, pero a la vez tienen muchas cosas diferentes. Es interesante —dijo justificándose.


El color de sus ojos era distinto, sus rasgos, pero en conjunto…


—Paula se dedica al estudio de la naturaleza humana.


Federico se puso cómodo y la miró sonriente desde el otro lado de la mesa.


—Mira todo lo que tengas que mirar. No tengo ningún problema en que una mujer guapa me observe. 


La seguridad de Federico resultaba atractiva, pero lo único que despertaba en Paula era curiosidad profesional, a diferencia del hombre que tenía a su lado. Tomó la taza de café solo que la camarera le había dejado por error y lo cambió por la de descafeinado que le había dejado a Pedro. Él le echó un terrón de azúcar y esperó a que lo deshiciera, antes de tomar la misma cuchara para hacer lo mismo en su taza. Los ojos de Federico siguieron cada movimiento. En aquel momento, volvió a la realidad. El que el hermano de Pedro estuviera allí con ellos, observándolos, estaba a un paso de que Micaela se les uniera. Quería gritar que aquel era un encuentro para despedirse. Habían estado viviendo en una burbuja, excluyendo a todos los demás, evitando verse reflejados en los demás. Era una manera de proteger su relación. «No, aquello no era una relación, era una amistad», se corrigió.


—Pedro me ha contado que te rescató en las montañas hace un tiempo —dijo Federico y dió un sorbo a su café.


Paula miró a Pedro, que estaba observando a su hermano. Por alguna razón aquello le sorprendió, especialmente que le contara los detalles del rescate. Durante aquellas largas horas, había sido un asunto entre ambos. Había sido algo especial entre ellos. Tal vez lo mejor fuera que dejara de ser privado. Quizá Federico le estaba haciendo un favor con su interés.


—Sí, fue mi día de suerte.


En más de una manera.


—No te equivoques —dijo Federico—. No es que estuviéramos cotilleando. Pedro siempre se relaja conmigo después de situaciones desagradables. Le ayuda a superarlo.


Aquel comentario hizo que Paula clavara los ojos en Pedro.


—¿Así que fui desagradable? —preguntó perdida en sus ojos azules.


Por alguna razón, el hecho de que necesitara hablar con su hermano sobre ella le conmovía. 

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