lunes, 18 de julio de 2022

Tú Me Haces Falta: Capítulo 19

Marcela la miró de soslayo y dijo:


—No me cabe duda de que hará que te lo ganes a pulso. Pedro trabaja día y noche; y si le dejas, te obligará a hacer lo mismo —Marcela le dió a Paula unas llaves—. Ésta es la de la puerta. Esta otra es la de la puerta de la verja. Haz lo que tengas que hacer y luego vuelve a la casa para cenar. La cena es a las ocho.


¿La cena? La oleada de pánico debió ser visible en su rostro, porque Marcela se apresuró a añadir sonriendo:


—No te preocupes, Pedro no espera que te vistas formalmente. Ponte cualquier cosa, menos vaqueros. Las sillas del comedor son muy antiguas y el tejido de los vaqueros es terrible para ellas.


—Yo... ¿Crees que a Pedro le molestaría que no fuera a cenar? Anoche no dormí mucho y estoy muerta de cansancio.


—Y, para colmo, te ha tenido trabajando hasta las siete —comentó Marcela, comprensiva—. Paula, vas a tener que ser dura con él.


—Pedro me ha dicho que mañana puedo empezar un poco más tarde. Va a estar fuera hasta el mediodía.


—Pues hazlo, duerme hasta cuando quieras. Y no te preocupes por la cena, Pedro siempre trabaja hasta muy tarde y no creo que note tu ausencia. ¿Quieres que te traiga algo para comer aquí?


—No, no es necesario. Me prepararé una taza de té y una tostada y luego me acostaré. De todos modos, gracias, Marcela. 


—Bien. Pero mañana por la mañana ven a la cocina y te prepararé un buen desayuno, estarás muerta de hambre.


Marcela no esperó a la respuesta. Le dió a Paula las buenas noches y se marchó.


Paula cerró la puerta y se apoyó en ella mirando a su alrededor, casi no podía creer la suerte que había tenido. Entonces, bostezó. Posiblemente ni siquiera tuviera ganas de prepararse una tostada. Pero sí se daría un baño y llamaría a su madre. Y... ¿Qué iba a decirle a su madre? ¿Soy una secretaria tan buena que Pedro ha preferido ofrecerme el departamento de encima de su garaje antes que perderme? Imaginaba perfectamente la reacción de su madre, que había criado a sus tres hijos sola y la opinión que tenía de los hombres no era muy favorable. Por supuesto, pensar que un hombre como Pedro Alfonso podía reparar en ella como mujer era ridículo. No obstante, quizá fuera mejor que, con su madre, se refiriera a él como señor Alfonso, un hombre que iba al geriatra. La idea la hizo reír mientras llamaba a su madre.


—¡Paula! ¿Qué demonios pasa? Llevo aquí sentada toda la tarde esperando a que llames, preocupada...


Paula contuvo la risa y dijo rápidamente:


—Todo está bien, mamá. El señor Alfonso me ha ofrecido el departamento del chofer hasta que Juliana vuelva de vacaciones. ¿Tienes un bolígrafo a mano para apuntar el número de teléfono?


—¿Dónde está el chofer? —preguntó su madre suspicaz.


—El señor Alfonso ya no tiene chofer, el departamento está vacío. Vamos, apunta el teléfono.


—Está bien, está bien. Espera un momento, primero tengo que encontrar algo con que anotarlo. 

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