viernes, 22 de julio de 2022

Tú Me Haces Falta: Capítulo 28

 —Demasiado joven para aguantar tu mal genio, cariño. Se lo advertí. Le dije que te contestara siempre que te pusieras impertinente y que no te dejara pasar ni una si no quería convertirse en otra víctima de tu carácter. Espero que me haya hecho caso.


—Te ha hecho caso, aunque eso no quiere decir que admito tener mal genio. Lo que ocurre es que no tolero las tonterías, y Paula no es tonta; al menos, en lo que al trabajo se refiere.


—En fin, lo que haga fuera del trabajo no es asunto tuyo, Pedro.


—No...


—¿Pero?


—Pero nada. Tienes razón, su vida privada es su vida privada. 





Paula no podía gastar dinero en una peluquería cara, y mucho menos en un vestido nuevo. Además, sabía qué tipo de programa televisivo sería el de Iván. El público del estudio llevaba vaqueros y camisetas en esos programas. Además, si hacía un esfuerzo por ponerse sexy, Iván lo consideraría raro, y lo último en el mundo que quería era que se riera de ella. Pero aunque no tuviera dinero para comprarse nada, eso no significaba que no pudiera ir a ver escaparates. Fue una equivocación, por supuesto. El suave jersey con el cuello desbocado resultó una tentación irresistible y le iría muy bien a su falda larga negra. Y tras haber cedido a una tentación, todo fue seguir en la misma línea, pensó mientras se ponía el maquillaje, el carmín de labios y el esmalte de uñas que se había comprado haciendo juego con el jersey. Pero no lo había hecho por impresionar a Iván, se explicó a sí misma, sino por sentirse mejor consigo misma. 



Siguiendo un impulso, Pedro le pidió al taxista que se detuviera en la puerta de entrada de Kensington Gardens que estaba en la calle Bayswater para, desde allí, ir andando a su casa. Necesitaba pasear después del inesperadamente pesado almuerzo. Además, esperaba que el aire fresco le despejara la cabeza, le ayudara a pensar. No sabía qué le pasaba con Paula Chaves. Quizá, lo que le asustaba era su inocencia, que confiara tanto en lo que le decía la gente. Y una invitación a participar en un programa televisivo no le parecía el gesto de un amigo, de un verdadero amigo, que quisiera ponerse en contacto con ella. Sobre todo, si el programa era de Ivi Blake. ¿Qué demonios había visto ella en ese hombre? Era maleducado, chulo y engreído, y nadie le consideraría guapo por mucha imaginación que tuviera. No obstante, había alcanzado la clase de fama que atraía a la gente como la miel a las moscas. Probablemente no quisiera hacer daño a Paula intencionadamente, estaba siendo simplemente lo que era, egoísta. 

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