lunes, 11 de julio de 2022

Tú Me Haces Falta: Capítulo 1

Pedro Alfonso estaba irritable. Realmente irritable. Y a su hermana, al otro lado de la línea telefónica, no le quedaba ninguna duda.


—Luciana, lo único que te estoy pidiendo es que me busques otra secretaria temporal. Y no soy exigente, lo único que quiero es alguien que sepa lo que se hace.


—Pedro...


—¿Tan difícil es?


—Pedro, querido...


Él continuó ignorando el tono de ligera advertencia de su hermana.


—Alguien que sepa escribir a máquina y que sepa lo suficiente de taquigrafía para tomar unas notas...


—La idea que tú tienes de un poco de taquigrafía no coincide con la mía, ni con la de ninguna de las competentes secretarias que te he mandado ya —le interrumpió ella abruptamente. Después, lanzó un quedo suspiro—. Pedro, en la actualidad, no hay muchas chicas especializadas en taquigrafía.


Al menos, no la clase de chicas que le había enviado a su hermano. Cosa natural por otro lado, ya que ella y su hermano tenían diferentes objetivos y, desgraciadamente, sospechaba que su hermano lo había descubierto.


—¿No te resultaría más fácil adaptarte a los tiempos y utilizar un dictáfono?


—¿Acaso estás admitiendo que la famosa agencia de empleo Garland no es capaz de proporcionarme una secretaria competente?


—No es eso, Pedro. Pero tienes que darme tiempo. Eres muy exigente y...


—Tiempo es lo que no me sobra, y se supone que Garland Girls es la mejor agencia —le recordó él—. El dinero no es un obstáculo, estoy dispuesto a pagar lo que sea por una secretaria que sepa mecanografiar correctamente y hacer dictados a una velocidad un poco mayor a la que lo haría si escribiera normal. ¿Es pedir tanto a la mejor agencia de  secretarias  de Londres? 


—Lo que sí te sobra es genio —añadió su hermana, ignorando la pregunta—. Has despachado a un montón de excelentes secretarias en cuestión de dos semanas.


—¡Excelentes! ¡Eso sí que es un chiste!


—Jamás un cliente se ha quedado de mis secretarias —lo que era verdad, pero se debía al hecho de que nunca, hasta ese momento, había tratado de mezclar el trabajo con el papel de Celestina.


Pedro Alfonso lanzó un gruñido.


—No voy a negarte que hasta el último ejecutivo de Londres que se precie tiene que tener al menos una «Garland Girl». Todas tienen un aspecto excelente, modales impecables y consiguen convencer a sus jefes de que es un honor tenerlas como empleadas. Bueno, pues te aseguro que no me impresiona. Lo que quiero es una profesional con personalidad y carácter.


¿Qué había hecho? Cierto que había elegido a las chicas que había enviado a su hermano por su aspecto físico y su encanto personal, pero no era posible que fuesen tan malas profesionales.


—Tonterías. Admítelo, Pedro, el problema eres tú. ¿Por qué van mis chicas a tener que aguantar tu mal genio y las excesivamente largas jornadas de trabajo que les exiges?


—¿Por dinero, querida hermana? ¿O es que sólo te has limitado a la tarea de recomponer mi destrozado corazón?


—Tú no tienes cerrazón. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario