viernes, 22 de julio de 2022

Tú Me Haces Falta: Capítulo 26

 —Olvídalo —asqueado consigo mismo por entregarse a la autocompasión, Pedro se puso en pie bruscamente—. Tómate el resto del día libre. Ve a la peluquería y cómprate un vestido nuevo. Si vas a gozar de quince minutos de fama, será mejor que te pongas guapa.


No era su intención hacer de hada madrina; pero sabía que si Cenicienta Chaves iba a esa fiesta, necesitaría toda la ayuda que se le pudiera prestar.


—Pedro, no es necesario...


—Sí lo es. Además, has trabajado de sobra esta semana. Lo único que te voy a pedir antes de que te vayas es que llames a mi hermana para decirle que la invito a almorzar —casi sonrió al ver la reacción de sorpresa de Paula. Luciana también se sorprendería—. Y hablo en serio, Paula, no quiero verte aquí cuando vuelva en diez minutos.


Y para demostrar que hablaba en serio, Pedro salió del despacho y la dejó con el lapicero en la mano y la boca abierta. 




-Bueno, Pedro, ¿Qué es lo que quieres? —Luciana Garland, con un vaso de agua mineral en la mano y expresión pensativa, miró a su hermano con interés.


Pedro estaba demasiado delgado y demasiado pálido. Le preocupaba, le preocupaba mucho. Pero sabía que no debía notársele.


—¿Que qué quiero? —la sonrisa de él no engañó—. Nada, no quiero nada. Sólo quería darle a mi hermana las gracias por encontrarme una secretaria con algo más que pelo en la cabeza.


—Es una pena, al pelo de Paula Chaves no le vendrían mal unos toques, igual que a su ropa. Es más, si va a formar parte de mi equipo de secretarias, tendré que hacer algo al respecto.


—Está bien como es. Y su pelo me entretiene mucho; siempre parece que está a punto de derrumbarse, pero sigue en su sitio... Más o menos.


Luciana no iba a discutir con él, aunque le pareció interesante la forma en que su hermano había salido en defensa de la chica. Y su fascinación por el pelo... Prometedora.


—Bueno, en ese caso, bien. Pero, para darme las gracias, no necesitabas invitarme a comer, podrías habérmelas dado por teléfono.


—Podría, pero no habría tenido el placer de verte.


¿En serio pensaba Pedro que iba a creerle? 


—Pedro, llevas ya mucho tiempo sin hacer vida social —Luciana bebió un sorbo de agua y miró la carta con el menú, aunque ya sabía lo que iba a pedir—. Me alegro de que estés contento con Paula.


—Sirve —él también estaba mirando el menú, evitando los ojos de su hermana—. ¿Dónde la has encontrado?


Así que quería saber más cosas de Paula Chaves...


—Ella me ha encontrado a mí. Quería venir a trabajar a Londres y me envió su currículum. Está muy cualificada.


—A pesar de que su pelo deja mucho que desear.


Luciana ignoró el sarcasmo y, en el momento en que iba a pedir mero al vapor con ensalada, cambió de idea. 

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