viernes, 15 de julio de 2022

Tú Me Haces Falta: Capítulo 11

 —Voy a hospedarme en casa de una prima mía, pero ella aún no sabe que he llegado —continuó Paula—. Bueno, es posible que lo sepa, porque le he dejado varios recados en el contestador, pero...


Paula se encogió de hombros.


—Pero le gustaría estar segura, ¿Verdad?


—Bueno, la verdad es que he llamado desde la estación esta mañana y era muy temprano. Muy, muy temprano. Suponía que estaría en casa.


—Y no estaba.


—No.


—Quizá hubiera salido.


—¿A esas horas de la mañana?


¿Era posible que fuese tan inocente? En cualquier caso, no era responsabilidad suya sugerirle lo que su prima podía haber estado haciendo a esas horas.


—¿Haciendo ejercicio? —dijo él cínicamente.


—Es una posibilidad —contestó Paula, pero sin convicción—. De todos modos, quiero llamarla al trabajo. La habría llamado al salir de la agencia de su hermana, pero la señora Garland me dijo que usted estaba... 


—¿Desesperado? —un delicado sonrojo adornó las mejillas de Paula, el delicado color hizo que aquella joven tan directa se viera muy vulnerable—. Lo estaba. Y lo estoy.


Entonces, debido a que, como objetivo de esos ojos enormes y marrones, Pedro se sintió también bastante vulnerable, continuó en tono brusco:


—En fin, será mejor que llames a tu prima antes de volver a ponerte a trabajar. No quiero que estés distraída mientras me mecanografías el informe —Pedro se dió la vuelta para marcharse, pero se detuvo—. Y será mejor que también llames a tu familia, si es que tienes familia. Supongo que querrán saber que has llegado bien. Puede que estén preocupados.


¡Cielos santos, estaba empezando a comportarse como un padre!


—¿Puede? —Paula sonrió y, por fin, la sonrisa se tomó en una risa que marchó unos hoyuelos en sus mejillas—. Mi madre debe haber desgastado la alfombra de tantos paseos que debe haberse dado.


—Pues llámala cuanto antes... Antes de que los daños a la alfombra sean irreparables.


—Bueno, verá, no puedo hacerlo porque...


—¿Por qué no? —Pedro sabía que iba a arrepentirse de haber hecho la pregunta, pero la conversación estaba cobrando vida propia.


—No puedo llamar hasta no hablar con Juliana. Le he prometido a mi madre que si algo salía mal, si mi prima no podía tenerme en su casa, volvería directamente a casa —Paula se encogió de hombros—. Es la primera vez que salgo y... Mi madre está muy preocupada.


Sí, Pedro lo comprendía. Su madre también se preocupaba mucho por él. Pero ahora se cuidaba mucho de decirlo en voz alta.


—En ese caso, esperemos que puedas hablar con tu prima. Si estuviera fuera, va a ser un verdadero problema para tí.


—¿Fuera? ¿En enero? —preguntó Paula con incredulidad.


Pedro siguió la mirada de ella hasta la ventana, un cielo gris invernal cubría Londres.


—Por increíble que pueda parecer, hay lugares en el mundo en los que el sol está brillando ahora mismo.


—Lugares muy caros. 

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