viernes, 1 de julio de 2022

Mi Salvador: Capítulo 55

 —Tu situación lo era. Tú fuiste fácil de llevar.


—Entiéndase de la mejor manera —intervino Federico.


Aquello llamó la atención de Paula. Pedro era un hombre casado y allí estaba ella mirándolo enternecida delante de su hermano. 


—Gracias. Debes de ser el caballero de la familia.


Siguieron hablando un rato hasta que Paula se inclinó para sacar la grabadora del bolso y empezar la entrevista que Federico esperaba que le hiciera. Al incorporarse, vió que los hermanos intercambiaban una mirada cómplice. Pedro no parecía demasiado contento.


—Acabo de… —dijo sacando el teléfono del bolsillo y evitando mirarla—. Tengo una llamada. No tardaré.


Y sin ni tan siquiera una sonrisa de disculpa, se levantó y se fue a la puerta. Aquello no había resultado muy hábil y, desde luego, nada convincente a juzgar por la manera en que Paula había fruncido el ceño y la expresión de confusión de su hermano al salir de allí. 


Pedro salió al callejón que había junto al restaurante y se apoyó en la pared, mientras guardaba el teléfono. Se le había ocurrido aquel plan el domingo por la noche, al saber que Federico iría a visitarle esa semana. No había sido un buen momento, teniendo en cuenta su viaje a Melbourne con Paula, pero había tenido tiempo de pensar y de cambiar de idea tres veces. Pero no estaba acostumbrado a aquella clase de artimañas y por eso le había salido tan mal. Diez días atrás, se le había ocurrido la excusa de que Paula conociera a su hermano para volver a verla. Y justo después del incidente de las cometas, se le había ocurrido una nueva razón para aquella visita. Federico era su hermano favorito, a pesar de las diferencias que habían tenido en el pasado, y no confiaría a Paula a nadie más. No porque su hermano no quisiera dar un paso para conocerla, sino porque cuando lo hiciera, estaría en manos seguras. Federico había cometido algunos errores en el pasado, pero era un hombre íntegro. La clase de hombre a la que le confiarías a tu hija, a tu hermana o a tu mejor amiga. Su hermano era inteligente. Se había dado cuenta de que todo había sido una excusa. Al principio había creído que los estaba emparejando, pero luego se había dado cuenta de que lo había convertido en un cómplice para ver a Paula. Su hermano y él siempre habían tenido el mismo gusto por las mujeres.  Harían una pareja perfecta. Federico había tenido varias relaciones en la última década, pero nunca había encontrado a la mujer adecuada y se había dado por vencido. Paula parecía la idónea para él. Ella necesitaba a alguien en su vida que la amara como se merecía ser amada. Había sentido un nudo en el estómago al presentarlos, pero era una sensación controlada. No podía ofrecerle nada a Paula, pero de esta manera seguiría teniéndola en su vida, aunque fuera a cierta distancia. Teniendo en cuenta lo que ella había ido a decirle, había sido el momento perfecto. Pero, entonces, ¿Por qué se sentía tan mal si sabía que era un buen plan? ¿Por qué se había visto obligado a dejarla sola con el hombre en quien más confiaba? Era solo una presentación, la ocasión para que hablaran y se estableciera una conexión entre ellos. 

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