viernes, 1 de julio de 2022

Mi Salvador: Capítulo 53

Pero Pedro parecía haber superado cualquier dificultad que su matrimonio pudiera haber pasado, a juzgar por lo que acababa de ver. Si se había dado prisa en volver a Melbourne para pasear con su esposa junto a la ribera del río en un día de trabajo, entonces lo que estaban pasando no era precisamente problemas. Lo cual suponía que Paula era una distracción en una relación sana. Y sabía muy bien lo que eso significaba. Tiró la basura en un contenedor y, con los papeles bajo el brazo, se apresuró a tomar la misma senda que Micaela y Pedro, pero en dirección contraria. Lo mejor era no tentar al destino. 



—¿Qué quieres decir con que ya hemos acabado?


—Ya tengo lo que necesitaba para el libro —dijo ella mirándolo fijamente.


—¿Así que eso es todo?


—Tu historia está casi terminada. Hoy debería ser nuestra última entrevista. Aquí acaban las cosas.


—¿Incluyendo nuestra amistad?


«Sí».


—No, seguiremos viéndonos —mintió frunciendo el ceño—, de vez en cuando.


—¿Por Navidad y cumpleaños?


—Pedro…


—Paula, ya lo hemos hablado. Pensé que tu libro era…


«¿Una excusa?». Siendo sincera consigo misma, lo había sido desde el principio.


—Pensé que nuestra amistad tenía que ver con algo más que con tu libro —concluyó él.


Le resultaba muy difícil mantenerse profesional al verlo allí sentado tan herido, así que se obligó a recordar la expresión de adoración en el rostro de Micaela.


—¿Por qué no te creo?


Ella respiró hondo, como si eso fuera a ayudarle a mentir mejor.


—Nuestra amistad surgió en condiciones extraordinarias. Quizá no estaba previsto que fuese más allá de aquella noche en la A-10.


—No puedes estar hablando en serio.


—Dijiste que me respetabas.


Pedro arrugó la nariz.


—Así es. 


—Entonces, respeta mi decisión. Creo que hemos acabado —dijo apretando los puños—. En todos los aspectos.


—¿Por qué Paula? —dijo echándose hacia delante.


Justo entonces apareció una sombra sobre su mesa. Pedro se puso de pie. Su expresión era de sorpresa a la vez que de alivio.


—Paula, este es mi hermano mayor Federico. Fede, ella es Paula Chaves.


Paula sonrió, estrechó la mano de Federico y lo miró. Así que aquel era el hermano mayor de Pedro. Se parecían mucho.


—Por tu cara creo que no me esperabas —le dijo a Paula, antes de mirar a Pedro.


—Pensé que sería buena idea que conocieras la opinión de alguien de la familia.


Le acababa de decir que la historia había terminado, pero Federico no se merecía que fuera descortés con él.


—Sí, puede ser muy útil. 

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