miércoles, 28 de octubre de 2020

Otra Oportunidad: Capítulo 22

 –Pero a lo mejor hay alguien en esa situación que te pueda ayudar a escapar.


 –Prefiero no tener que verme así por si en el momento crítico no están –contestó Paula.


 Le sorprendió verla tan amargada y esperaba que no estuviera así por culpa de su separación.


 –La gente puede sorprenderte.

 

–Sí, lo sé. Normalmente me sorprenden, pero no de la manera que espero.

 

No estaba seguro de lo que quería decir, pero sintió que acababa de darle una puñalada.

 

–¿Hablas también de mí? –le preguntó en voz baja.

 

–Sí.


Su respuesta fue un cuchillo que atravesó su corazón. No debería haberle sorprendido. Paula era impulsiva, impaciente y con tendencia a entrar en erupción, como los volcanes que tanto le gustaban. Había tratado de cuidar de ella durante su matrimonio, pero ella lo había rechazado. Había tratado de hacerla feliz, pero nunca parecía terminar de estarlo. Se había dado cuenta de que era muy parecida a Ignacio.

 

–¿No vas a darme más detalles?

 

–Te has portado muy bien conmigo desde el accidente –le dijo ella con gratitud–. No lo esperaba.


 –Bueno, las parejas en nuestra situación pueden llegar a tener una buena relación.

 

–Sí, supongo. Sobre todo cuando tenemos claro que los dos queremos el divorcio.

 

El cuchillo se hundió un poco más en su corazón.

 

–Claro –masculló entre dientes.

 

Sonaba en la radio una alegre canción que contrastaba con lo que estaba sintiendo en esos momentos. Le costó contenerse para no apagarla y detener la música.

 

–Me alegra que hayas encontrado un sitio donde te encuentras tan bien –le dijo Paula.


 –Hood Hamlet es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. 


Recordó la lista que había elaborado de lugares en los que podrían vivir después de terminar sus prácticas. Portland había sido una de las mejores opciones porque tenía el observatorio vulcanológico del monte Cascades. De haber seguido juntos, no estaría en Hood Hamlet.

 

–El único inconveniente es que la gente es un poco entrometida –le dijo él.

 

–Típico de los pueblos pequeños.

 

–A veces me olvido de lo pequeño que es.

 

–Entonces, ¿Van a hablar de nosotros? –le preguntó Paula.

 

Él respiró hondo y exhaló lentamente antes de contestar.


 –Ya lo hacen.


 –¿Por qué?

 

Pedro lamentó habérselo dicho.

 

–Nadie sabía que estaba casado hasta tu accidente.

 

Vió de reojo que Paula abría la boca sorprendida.


 –¿Por qué no se lo habías dicho?


 –Bueno, no se lo dije a nadie porque ya no eras parte de mi vida y podía mudarme a Hood Hamlet y hacer borrón y cuenta nueva.

 

Vió que estaba pálida y que parecía dolida.

 

–¿Les hiciste creer que estabas soltero?

 

–Bueno, la verdad es que no es algo que planeé, surgió así –repuso él a la defensiva–. Y no me mires como si yo fuera el malo de la película. Después de todo, fuiste tú la que sugirió que nos divorciáramos. 

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