viernes, 2 de octubre de 2020

Bailarina: Capítulo 37

 Intentó no darle importancia mientras desayunaban. Ni cuando llegó el equipo de rodaje y Diego comenzó a grabarla. Tampoco cuando dieron el paseo para ir a buscar agua entre la densa vegetación. Pero sí le importaba. Y mucho. Porque Pedro había dicho que la chispa era importante. Y era lo que se necesitaba para sobrevivir. Paula sentía que ella no había estado sobreviviendo. Ni siquiera cuando estaba en Londres. Pero mientras caminaban, Paula recordó algo que había olvidado. Pedro Alfonso consideraba que ella tenía chispa. Y se lo había dicho. Era cierto que podía haberse equivocado. Pero incluso se había comido una larva, y eso tenía que contar para algo. Deseaba desesperadamente que así fuera. Quizá él tuviera razón. Quizá lo llevaba todo en su interior y no era capaz de acceder a ello. Quizá por eso estaba tan obsesionada con hacer fuego. Si lo conseguía, quizá comenzaría a creer que podía llevarse a casa todo lo que Pedro le había enseñado y poner su vida en orden. ¿O solo era una fantasía? Algo tan patético como anhelar un futuro con él. Aquel temor la acompañó hasta la poza donde recogían el agua. Después de llenar los recipientes, Pedro sugirió que continuaran caminando hasta lo más alto de la isla. Puesto que ya conocían el camino, solo tardarían veinte minutos más. Paula asintió y lo siguió. Quizá, si salían del opresivo calor húmedo de la jungla y recibían un poco de sol y aire fresco, mejoraría su humor. Pero no fue así. Por muy bonito que fuera aquel lugar, no le sirvió de mucho. Se acercó al borde de la roca y contempló el paisaje y el mar, pero no notó ningún cambio.


—Eh —dijo Pedro, que estaba justo detrás de ella—. Estás tan rígida como estas rocas —le dijo, y comenzó a masajearle los hombros. 


Paula cerró los ojos, alegrándose de que los cámaras no estuvieran grabando la expresión de su rostro. ¿Era mejor que se retirara y nunca llegara a saber lo maravilloso que era que él la tocara, o que disfrutara del momento aunque fuera una dulce tortura? No estaba segura. ¿Por qué el destino la había reunido con él si después iba a separarlos otra vez? Deseaba gritar a causa de tal injusticia. Abrió los ojos una pizca y vió el saliente donde Pedro se había posado el otro día. Corrió hasta allí, y gritó con fuerza para liberar la frustración y la autocompasión que había ido guardando en su interior. Después de tanto ruido, el silencio se hizo intenso. De pronto, recordó dónde estaba y con quién. Se volvió y descubrió que todo el equipo la estaba mirando con asombro. Alzó la barbilla, se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y miró fijamente a Pedro Alfonso. Él también la estaba mirando, pero la expresión de sus ojos era risueña.


—Tenías razón —dijo ella, sorprendida de hablar con la tranquilidad y la elegancia de una bailarina—. Me siento mucho mejor.


Entonces, comenzó a reírse a carcajadas. Pedro se acercó a ella y comenzó a reírse también.


—¿Quieres hacerlo otra vez?


Ella asintió. Era todo lo que él necesitaba. Agarrados de la mano, ambos se pusieron de puntillas y echaron la cabeza hacia atrás para gritar con fuerza. 


Pedro se sentía como si pudiera saltar de la roca y volar. Ni siquiera la gravedad podría detenerlos. El viento los transportaría y las corrientes térmicas los mantendrían suspendidos en el aire. Paula y él podrían cerrar los ojos y saltar de la roca en busca de la libertad. Porque él sabía que la quería a su lado. ¿Dónde se había marchado la bailarina asustada con la que había viajado en helicóptero? Ella tenía las mejillas sonrojadas y los ojos brillantes. De pronto, él comprendió por qué la gente pagaba tanto dinero solo por tener el placer de verla una tarde. Se había fijado en su belleza el día que la vió bailar pero, aquello era mucho mejor, porque ese día no era un mero espectador, sino un participante. Ella le había permitido que la acompañara hasta un territorio desconocido. Y, mientras el ritmo de su corazón disminuía, observó en silencio que ella permanecía con los ojos cerrados mirando hacia el sol. De pronto, experimentó un fuerte deseo de besarla. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario