miércoles, 7 de octubre de 2020

Bailarina: Capítulo 48

 El sonido del viento y de las olas había desaparecido y Pedro solo podía escuchar el sonido de su corazón y el de la suave respiración de Paula. Ambos tenían la mirada posada sobre la boca del otro. Y ambos se percataron al mismo tiempo y alzaron la vista para mirarse a los ojos. Sintió como si algo lo golpeara en el pecho. Al principio pensó que había caído un coco del árbol, pero al ver que no sentía dolor, se percató de que era algo más. No era un objeto lo que había hecho que se tambaleara, sino el hecho de comprender lo que le estaba sucediendo. Había algo en aquella isla que había hecho que perdiera la cabeza en las últimas veinticuatro horas. Y a Paula le estaba pasando lo mismo.


Diego tosió y el ruido de su tos hizo que se rompiera la burbuja de silencio que los rodeaba. Paula respiró hondo, le tendió el coco a Pedro y se retiró. Él agarró el coco, pero no dejó de mirarla. De pronto, todo había terminado y era capaz de percibir el sonido otra vez. Agarró una de las tazas que había hecho de bambú y sirvió el resto del agua de coco. Diego y los otras cámaras se acercaron para grabarlo desde diferentes ángulos mientras él agarraba el machete y golpeaba con fuerza otro coco para partirlo. Paula se retiró y los dejó trabajando. Había visto lo que creía que había visto, ¿Verdad? ¿O lo había imaginado una vez más? Él terminó de abrir el coco y utilizó el cuchillo para tallar dos cucharas con la cascara. Diego y el equipo se retiraron una pizca mientras Pedro le ofrecía una de ellas a Paula. Ella no tuvo más opción que acercarse. Agarró la cuchara sin mirar a él a los ojos y se agachó junto a la roca donde él estaba trabajando. Ninguno de los dos miró hacia otro sitio que no fuera el coco. 


Ella rascó el coco con la cuchara y se sorprendió al ver que la pulpa tenía aspecto de yogur. Pedro hizo lo mismo y se metió la pulpa en la boca, cerrando los ojos para saborearla. Paula no se movió, pero cuando vió que él tragaba y se disponía a abrir los ojos, miró la cuchara fijamente y se la llevó a los labios. Era como… No estaba segura a qué se parecía. La textura era indescriptible y su sabor era como el de otros cocos que había comido antes, pero mucho más dulce. Enseguida comprendió por qué Pedro había cerrado los ojos, ya que ella apenas pudo resistirse para no hacer lo mismo. Cuando terminó con la primera cucharada cometió el error de mirarlo. Sucedió lo mismo que antes. Sus miradas se quedaron enganchadas. Finn había estado observando cómo reaccionaba ante su primera cucharada de pulpa de coco. Él acababa de comer un poco, sin embargo, parecía hambriento. Ella tragó saliva. No lo había imaginado. Era verdad. Y sintió que ya no anhelaba algo imposible. De pronto, sentía que tenía una oportunidad. Pero ¿Sería lo bastante estúpida, y valiente, como para aprovecharla? 

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