viernes, 30 de octubre de 2020

Otra Oportunidad: Capítulo 26

  –Gracias –susurró mientras tomaba su mano.

 

–Muy despacio –le aconsejó Pedro agarrándola también por la cintura.


 No protestó. Era muy agradable sentir el calor de sus manos. Se concentró en recorrer los pocos pasos que la separaban de la cabaña. Pedro la acompañó hasta allí tratándola como si fuera una pieza de delicado cristal. Quería llegar cuanto antes para poder apartarse de él. Su aroma la envolvía, era una dulce tortura. Fue un gran alivio llegar por fin al escalón del porche. 


–Ten cuidado –le dijo Pedro.


Pero creía que con quien tenía que tener cuidado era con él. Cuando abrió la puerta, le vino un recuerdo a la mente que se apoderó de ella. Pedro y ella de vuelta en Seattle después de casarse en Las Vegas. Él la había tomado en sus brazos para atravesar juntos por primera vez el umbral. Le había parecido un gesto muy romántico.

 

–Menos mal que Blancanieves y los enanitos no están aquí hoy, seríamos demasiados –le dijo Pedro–. No es muy grande. Pero pasa, por favor.


En sus circunstancias, no había razón para romanticismos. Se sentía decepcionada y no sabía por qué. Soltó la mano de Pedro y miró a su alrededor. El interior era cómodo y acogedor. La cocina era pequeña pero funcional. Y el salón, muy agradable.

 

–Está muy bien –comentó ella–. Veo que has comprado muebles nuevos.


 –Ya lo alquilé amueblado.


 –¿Y tus cosas? ¿Las has puesto en un trastero?

 

–No, las vendí. Casi todo eran cosas de segunda mano que me habían dado amigos y familiares. No tenía sentido arrastrar todo eso conmigo.

 

Trató de ignorar lo dolida que se sentía y recordó que le había regalado una fotografía enmarcada de las montañas Red Rock por su primer aniversario de boda. No la vió en el salón.


 –Un nuevo comienzo... –susurró ella.

 

–Sí.

 

–Es muy agradable, ahora entiendo que te hayas comprometido ya durante todo un año.

 

–Estoy cómodo aquí –le confesó Pedro.

 

Había llegado a preguntarse si él la necesitaría o si la echaría de menos, pero acababa de obtener su respuesta. No la necesitaba. Tenía un buen lugar para vivir, amigos y un buen trabajo. Su vida estaba completa sin ella.  Era una pena que ella no pudiera decir lo mismo de su vida sin él. 

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