lunes, 26 de octubre de 2020

Otra Oportunidad: Capítulo 18

 Pedro se quedó sin aliento mientras esperaba la respuesta de Paula, rezando para que rechazara su oferta. Acababa de ofrecerle su casa para recuperarse, pero ella había reaccionado con un gesto muy parecido al pánico, como si acabara de condenarla a cadena perpetua. No entendía por qué lo había hecho. Lamentaba haberlo sugerido, pero ella le había parecido tan desolada al ver que iba a tener que ingresar en un centro de cuidados especiales que había sentido la necesidad de hacer algo al respecto. Sabía que una buena actitud era importante en la recuperación de un paciente y creía que ese tipo de centros no eran el mejor lugar para Paula.  Se dió cuenta demasiado tarde de que los paseos por el hospital de la mano y las conversaciones que había tenido con ella habían conseguido ablandarlo.  Un zumbido interrumpió sus pensamientos, era el buscapersonas del doctor Marshall.

 

–Me tengo que ir –les anunció–. Dile a la enfermera lo que has decidido para que prepare tu alta y la admisión en otro centro.

 

El médico salió de la habitación sin mirar atrás. En cuanto se cerró la puerta, la tensión se hizo más palpable aún. En su trabajo se había enfrentado a retos muy duros, pero nunca se había sentido tan fuera de su elemento como en esos momentos. Paula parecía nerviosa y no lo miraba a los ojos.

 

–Solo trataba de ayudarte para que pudieras tener otra opción –le dijo él por fin.

 

–Es que me sorprende que quieras tenerme cerca –contestó Paula.

 

–Quiero que te recuperes y te sientas mejor. Eso es todo –le aseguró él.

 

Ella lo estudió como si estuviera tratando de determinar qué tipo de roca volcánica era.

 

–Es muy amable por tu parte –contestó Paula con cierta suspicacia que consiguió molestarle.


 –Hace mucho que nos conocemos.

 

Paula se quedó unos segundos callada antes de contestarle.

 

–Es que...

 

–¿Tan horrible sería pasar unas semanas en mi casa?

 

–No, no sería horrible –admitió Paula–. En absoluto.


 Sus palabras eran un gran alivio, pero consiguieron que se sintiera aún más confundido.

 

–Entonces, ¿Cuál es el problema?

 

–No quiero ser una carga.

 

–No lo serás –le aseguró él.

 

–Llevas una semana sin poder trabajar por estar aquí y...

 

–Pero no será así en casa. Podré volver al trabajo y al equipo de rescate de montaña.

 

–Entonces, ¿Estaría sola?

 

–Buenos, mis amigos se han ofrecido a ayudarme. Hago turnos de doce horas en el hospital y la unidad de rescate mantiene a los equipos listos en la montaña durante los meses de mayo y junio por si es necesario actuar. No pasaré mucho tiempo en casa –le dijo él–. Bueno, ¿Qué te parece?

 

–Aprecio la oferta, de verdad. Pero no sé...

 

Su incertidumbre le pareció sincera.

 

–¿Tengo que decidirlo ahora mismo?

 

–El doctor Marshall quiere que le digas a la enfermera lo que decidas.


Si prefieres un centro, hay que llamar para encontrar plaza en uno. Pero recuerda que la actitud que tengas juega un papel muy importante en tu recuperación. Y creo que Hood Hamlet será mejor para tí en ese sentido.

 

–Dame un minuto para pensar en ello –le pidió Paula.

 

Pedro no sabía por qué necesitaba más tiempo y tampoco entendía por qué estaba tratando de convencerla. Aunque ella aceptara su oferta, el divorcio seguía en pie, nada cambiaba.  Vió que Paula hacía una mueca y le faltó tiempo para acercarse a la cama.


 –¿Es la cabeza? 

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