viernes, 9 de octubre de 2020

Bailarina: Capítulo 55

 Todavía era temprano, y eso significaba que tenía que llevar el sol a su izquierda. Muy bien. Podía hacerlo. Solo tendría que emplear todos los trucos que le había enseñado Pedro. Al menos, aquellos que recordaba. Se colocó la mochila sobre los hombros y se ajustó las cinchas. Quedaban diez minutos o así para que llegara al fuerte. Y podría llegar allí sin perderse. Respiró hondo y comenzó a caminar. Pasaron casi veinte minutos hasta que la vegetación comenzó a clarear y ella pudo ver el mar entre las ramas de los árboles. Respiró hondo y continuó hasta una pequeña playa. Debía de haberse despistado un poco, porque esperaba haber llegado al saliente de la isla que estaba más al norte. Sin embargo, continuó orientándose gracias al sol y al cabo de unos minutos vio que su destino final estaba un poco más adelante a la izquierda. Aquella era la playa que estaba en el lado este de la isla. ¡Lo había conseguido!


Sonriendo, trepó por las rocas hasta llegar a la plataforma donde estaban las ruinas. Se quitó la mochila y descansó sobre una de las piedras caídas. Al cabo de un momento, caminó hasta el borde de las rocas y miró hacia el mar. ¿Qué diablos iba a hacer? ¿Quedarse allí? ¿Regresar? No. Regresar al campamento era una estupidez. Sería mejor esperar allí que intentar regresar y arriesgarse a perderse. Pedro había dicho que tenían que hacer señales de humo. Y aunque quizá ella no fuera capaz de encenderlo, apilaría un buen montón de madera. Así todo estaría preparado cuando él y los demás regresaran. Allegra decidió no pensar más en cuándo llegaría ese momento. Pedro había sido muy específico y optó por obligarse a pensar únicamente en la siguiente hora. Podría estar sola durante los sesenta siguientes minutos. Tardó más de una hora en recoger la leña que necesitaba y casi otra en colocarla de forma adecuada. Necesitaba una hoguera duradera y que hiciera mucho humo.


Cuando terminó, estaba sedienta. Bebió un par de tragos de la cantimplora y la tapó de nuevo. Era mejor que conservara el agua. A su alrededor había algunos cocoteros y pensó que podría recoger algunos de los frutos caídos. Sabía que los que todavía estaban en el árbol tendrían más agua, pero el esfuerzo de trepar hasta ellos le costaría más calorías de las que le aportarían, y necesitaba conservar energía. En cualquier caso, necesitaría un cuchillo para abrirlos. Confiaba en que el cuchillo pequeño que Pedro siempre guardaba en la mochila sirviera para ello. Se acercó a la mochila y abrió el compartimento principal. Al instante se fijó en un objeto de forma alargada envuelto en una camisa. Lo sacó de la bolsa y lo abrió despacio. Era el machete que Pedro solía llevar atado a su pierna. Lo miró un instante y frunció el ceño. Solo había un motivo por el que él podría haberlo dejado allí a propósito. No pensaba regresar hasta el día siguiente. 

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