lunes, 26 de octubre de 2020

Otra Oportunidad: Capítulo 20

Pedro tenía muy claros sus objetivos. Tenía que llevar a Paula a su casa, conseguir que se recuperara lo antes posible y acompañarla después de vuelta a su piso y su vida.  Mientras conducía por la autopista, trató de concentrarse en la carretera e ignorar a la mujer que estaba sentada a su lado. No era nada fácil, lo envolvía el dulce aroma floral de su champú. Agarró con fuerza el volante y se centró en la conducción.  Pocos minutos después, aceleró para adelantar a un camión y luchó para controlar el impulso de mirarla de reojo. Creía que era mucho más seguro fijarse solo en la carretera.


 –Ni siquiera has probado tu batido –le dijo Paula entonces.

 

Sus conversaciones habían sido tan difíciles e incomodas durante las cuatro horas que llevaban de viaje que soñaba con poder tener el poder de transportarlos mágicamente a los dos a su cabaña. Creía que el silencio, por incómodo que fuera, era mucho mejor.

 

–No tengo sed –le contestó él.


 –Pues tú te lo pierdes, mi batido de chocolate está buenísimo. Gracias por sugerirme que paráramos –le dijo Paula.

 

Esos descansos le permitían a su compañera de viaje estirar las piernas y cambiar de posición, pero también había agregado más tiempo al trayecto.

 

–Tenías que andar un poco.

 

Y también él necesitaba salir del coche de vez en cuando. Era un espacio demasiado pequeño.

 

–Si has cambiado de opinión y prefieres el de chocolate, podemos negociar –le ofreció Paula mientras tendía el vaso hacia él–. Me gusta la vainilla.


Recordó entonces otros viajes como ese. Solían parar de vez en cuando para comprar batidos y también para hacer el amor en el coche. Pero sabía que no era buena idea pensar en ello. 


–No, gracias –le contestó él apretando con más fuerza aún el volante.


 –Como quieras, pero estoy dispuesta a compartir.

 

Vió de reojo cómo tomaba en sus labios la pajita y bebía un sorbo de batido.  Su entrepierna reaccionó al instante. Le hervía la sangre y le sudaban las palmas de las manos.  Necesitaba refrescarse y pensar en otra cosa.


 –Me gusta el mío –le dijo mientras probaba su batido.


Se sintió un poco mejor, pero no podía ignorar su presencia ni cómo lo miraba Paula de reojo. Esa mujer le atraía como ninguna y no había nada que pudiera hacer para evitarlo. Estaba perdido. ella había cambiado su vida por completo y había conseguido sacar de él su lado más imprudente e impulsivo. La parte que había enterrado cuando murió su hermano. Echaba mucho de menos el sexo, pero sabía que podía sobrevivir sin ella. Había decidido que el celibato era su mejor opción por el momento. Ignacio se había perdido en el mundo de las drogas y él había comprobado por sí mismo cómo era perder el control con Paula. No pensaba volver a caer en sus redes, eso lo tenía muy claro. 

1 comentario: