viernes, 9 de octubre de 2020

Bailarina: Capítulo 52

 Tenía que preparar el desayuno, porque quería que Paula tuviera energía suficiente para sobrevivir al último día en la isla. Y a la última noche. Retiró el brazo con el que la estaba sujetando y notó que ella se movía. Pero no se despertó. Pedro se sentó y la miró. Maravillado de cómo algo que parecía tan frágil y delicado podía ser tan fuerte. Empezó a echarla de menos nada más separarse de ella para ir a encender el fuego. La echaba de menos, más de lo que le hubiera gustado. Quizá porque, aunque ella no lo sabía todavía, acababan de compartir la última noche juntos, en la isla. Pedro levantó la vista del fuego y le entregó un pedazo de pescado asado a Paula. Ella lo aceptó agradecida. Aunque habían desayunado, estaba hambrienta y la comida le estaba sentando muy bien. Intentó captar su atención  antes de que él volviera a centrarse en el fuego, pero ni siquiera la miró. El equipo ya estaba desempaquetando sus cosas cuando ella despertó en la cabaña. Pedro ya no estaba y no había tenido la oportunidad de hablar con él desde entonces. Las cámaras habían empezado a grabar y él apenas la había mirado. De pronto, el pescado que tanto había deseado le parecía cartón mojado. Deseó escupirlo sobre la arena. Él se comportaba de ese modo porque los estaban grabando, ¿Verdad? Estaba siendo discreto. Paula confiaba en que así fuera. La otra alternativa era que pensara que había cometido un error y que ni siquiera se atreviera a mirarla. Se tragó el pescado con dificultad y tomó otro bocado. Le parecía completamente insípido. Entonces, Pedro se volvió para ofrecerle un poco más y, esa vez, sus miradas se encontraron con la misma intensidad que la noche anterior. Paula sintió que se le formaba un nudo en el estómago y se le aceleraba el corazón. Era por las cámaras. Que fuera discreto tenía sentido. Al fin y al cabo, el resto del mundo seguía pensando que era un hombre que estaba a punto de casarse. Así que le seguiría el juego y fingiría que no había sucedido nada entre ellos. Miró a Rafael, el cámara número dos y le preguntó:


—¿Dónde está Diego hoy?


Rafael se encogió de hombros y dijo:


—Tenía otras cosas que hacer —murmuró.


Paula no preguntó nada más, consciente de que debía ignorarlos lo máximo posible. Miró a Pedro y, tratando de aparentar normalidad, le preguntó:


—¿Y qué pruebas vas a hacerme superar hoy, Fearless Pedro?


Pedro continuó removiendo las brasas con un palo. Cuando levantó la cabeza para mirarla, ella notó que había algo diferente en su mirada. Era como si se hubiese cerrado una puerta y ya no pudiera mirar en su interior. Solo estaba actuando, ¿Verdad? 

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