viernes, 16 de octubre de 2020

Bailarina: Capítulo 66

 Miró a su padre y le dijo:


—No sé si voy a regresar…


—Paula…


—Lo sé, papá. Lo sé —se separó de la mesa—. Creo que antes de tomar la decisión debo dormir bien una noche.


Durante un momento pensó que su padre iba a discutir con ella, pero él también se puso en pie y la besó en la mejilla.


—Que duermas bien —fue todo lo que le dijo.


Paula se detuvo en la cafetería de la esquina antes de ir a los estudios de la compañía de baile. Tenía una reunión con el director artístico a las tres, y entonces se decidiría su futuro. Pero sería ella quien tomara una decisión. Suspiró y bebió un sorbo de café. La situación que realmente quería resolver estaba fuera de su alcance, ya que la pelota estaba en el campo de Pedro. Y ella ni siquiera estaba segura de si él estaba jugando el partido. La sensación de vacío era insoportable, y la única manera que tenía para afrontar el dolor que sentía en su interior era mantenerse activa. Se acercó al mostrador con la taza de café y le preguntó a la camarera:


—¿Me puedes dar un vaso de papel con tapa?


La chica se encogió de hombros y le entregó lo que pedía. Paula sirvió el café en el vaso y le entregó la taza vacía.


—Gracias —le dijo, y salió en dirección a la parada de metro más próxima.


No podía esperar para reunirse con el director. Quizá cuando se reuniera con él, haría firme su decisión. Sin embargo, una llamada a su teléfono móvil la hizo detenerse nada más salir de la estación de Covent Garden. Era un número sin identificar. El corazón comenzó a latirle con fuerza. ¿Pedro había decidido dar señales de vida? Podía haber conseguido su número de teléfono a través de Simón.


—Diga —contestó ella.


—¿Paula Chaves?


—Sí —dijo ella, decepcionada al ver que no era la voz de Finn.


—Hola, me llamo Matías Gold y trabajo para el London Post. Nos gustaría hacerle una exclusiva sobre la historia de la bailarina huida.


—No, gracias —dijo ella.


—Por supuesto, recibirá una buena compensación económica —le dijo una cifra que sorprendió a Paula—. Le ofrecemos la oportunidad de aclarar todo lo que se ha dicho acerca de usted. Y será usted quien decida si quiere contar lo que sucedió, o no sucedió, entre Pedro Alfonso y usted.


—Yo…


—No lo decida todavía —dijo él—. La llamaré dentro de una hora para que tenga tiempo de pensárselo —el hombre colgó el teléfono antes de que Paula pudiera decirle dónde podía meterse la exclusiva.


Paula cerró el teléfono y continuó caminando. ¡Aquel hombre pretendía que vendiera su historia! Como si de verdad fueran a transcribir lo que ella dijera, o como si así pudiera cerrar la trampilla del agujero negro en el que temía caer… 


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